“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente nilo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podráapartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”.

Romanos 8:38-39

A paso firme por el camino de Dios


Cristo murió por todos y todas. Resucitó de entre los muertos para ser perdonados y purificados. Seencuentra junto a Dios Padre intercediendo en cada momento que nosotros acudimos a Él. Alencomendar la Fe en el Espíritu Santo, estamos poniendo en sus manos nuestra lucha y compartiendo la esperanza con nuestro Padre Celestial. Jesús manifestará la voluntad y nosotros seguiremos su guía para poder superar las vicisitudes diarias.Nos cuestionamos las vidas que llevamos o muchas veces condicionados por percibir algo que “nomerecemos”. Más bien, deberíamos estar agradecidos de poder desarrollarnos a diario. De poder contar con la esperanza de Dios y su benevolencia. Si nuestra convicción se encuentra depositada en el Espíritu Santo, entonces al morir podremos estar junto a Dios Padre y su hijo Jesús, viviendo eternamente en el Cielo con paz y amor.