Cristo murió por todos y todas. Resucitó de entre los muertos para ser perdonados y purificados. Seencuentra junto a Dios Padre intercediendo en cada momento que nosotros acudimos a Él. Alencomendar la Fe en el Espíritu Santo, estamos poniendo en sus manos nuestra lucha y compartiendo la esperanza con nuestro Padre Celestial. Jesús manifestará la voluntad y nosotros seguiremos su guía para poder superar las vicisitudes diarias.Nos cuestionamos las vidas que llevamos o muchas veces condicionados por percibir algo que “nomerecemos”. Más bien, deberíamos estar agradecidos de poder desarrollarnos a diario. De poder contar con la esperanza de Dios y su benevolencia. Si nuestra convicción se encuentra depositada en el Espíritu Santo, entonces al morir podremos estar junto a Dios Padre y su hijo Jesús, viviendo eternamente en el Cielo con paz y amor.