Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.

Romanos 12:15

Empatía en el corazón


Dios nos habla permanentemente del Amor. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, siempre hace hincapié en que el Amor salvará al mundo. El Amor a Dios nos hace hermanos, y en la relación entre hermanos, debemos dejar de lado para siempre las rivalidades, para unirnos en el Amor al Padre.

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Esto significa que en nuestros vínculos debe primar siempre la empatía. Saber ponernos en el lugar del otro, y tratar de sentir lo que nuestro hermano puede estar sintiendo. De eso se trata el dar testimonio de mi Fe.


De abrir mi corazón a los sentimientos y emociones de quienes me rodean, en lugar de aislarme en una torre de egoísmo, en la que sólo le doy importancia a lo que a mi me ocurre. La empatía es la forma más completa de comprensión espiritual, la que va más allá del entendimiento por el razonamiento, y se basa en lo que siente tu corazón. Si mi hermano está alegre me alegro con él y comparto su alegría. Pero si mi hermano está triste, lloro con él, y siento su dolor. Mi sentimiento me hermana a él y mi acompañamiento lo fortalece.


Y el Amor de Dios estará en nosotros que seremos testigos de la Fe, encarnada en la hermandad por el Amor al Padre.