“El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez.”

Proverbios 14:29

La impaciencia


En estos tiempos en los que estamos permanentemente exigidos por plazos de entrega en nuestros trabajos y pedidos de respuestas automatizadas o inmediatas por parte de los que nos rodean solemos manejar ciertos grados de impaciencia colectiva. No podemos esperar ni un segundo por un pedido y queremos que todo sea resuelto en forma instantánea. Cuando no ocurre así, nos ofuscamos o podemos tratar de mala manera a nuestros hermanos, sólo por no saber ni querer esperar un minuto. Existen personas que tienen reacciones más lentas, o procesan de otro modo la información y demoran más en resolver determinadas cuestiones.

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Existen muchos peligros asociados a ser impacientes: podemos ofender a nuestro prójimo cuando esas situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia suceden. Si los niños pequeños preguntando para aprender, o los adultos mayores con respuesta más lenta nos sacan de quicio, debemos reflexionar sobre ese problema. Perder la compostura o alterarnos rápidamente nos mantendrá perturbados y alejados de la vida en tranquilidad y la calma necesaria que Dios Padre quiere que experimentemos en nuestra cotidianidad. Volver a Nuestro Padre cuando estamos a punto de explotar siempre será una buena opción, pero es importante ejercitar la tolerancia para que eso no nos suceda. Rezar a diario y conversar con Nuestro Padre Celestial cuando no invada la ira o el malestar será muy importante.