Suelen existir tantas versiones de algo que sucedió como aquellos que estuvieron presentes, y luego, también, están las de los que escucharon sobre eso. Cuando las personas transmitimos a otras una historia sobre un hecho que aconteció, podemos tener visiones diferentes sobre ese mismo acontecimiento. Quizás, algunos creamos que la responsabilidad fue de uno de los involucrados, otros pueden pensar que no hubo errores, y terceros pueden contar una historia totalmente distinta a como la recordamos. Lo cierto es que cuando vamos recorriendo lo sucedido, puede haber tergiversaciones de la misma escena porque cada uno la vive de una manera distinta.
Debemos recordar ser siempre responsables con lo que decimos y contamos, pero además, ser comprensivos con los demás, ya que pueden tener otros puntos de vista o recordar de otra forma. Muchas veces nos encerramos en nuestra propia versión de las cosas y creemos que es la única. Cuando eso nos suceda, debemos estar abiertos a conversar con Dios y a pedirle ser más compasivos y más amorosos con el resto. No estamos solos en nuestras vidas sino que siempre van a intervenir diferentes personas, cada una con su universo de experiencias y formas de ver las situaciones, por lo que tenemos que aprender a escuchar a los demás.