“El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en unespejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es”

Santiago 1:23-24

Practicar la palabra


Desde ya, es un trabajo de constancia y de apertura en nuestro espíritu, el estar preparados pararecibir la palabra de Dios. Para esto es necesario despojarnos de la maldad y de las emocionesnegativas que abundan en el mundo. Es una obra de humildad necesaria para que al recibir lasenseñanzas, éstas se siembren en nosotros y puedan salvarnos. Sin embargo, si creemos que sólodebemos contentarnos con escuchar la palabra, estamos equivocados.Es de igual importancia para poder honrar la palabra de Dios, escucharla con una atención que nospermita incorporarla en nuestras acciones día a día, otorgándonos a nosotros mismos la bendiciónde poder actuar en libertad, en armonía con los planes de Dios, atendiendo al prójimo en sunecesidad y sin engañarnos a nosotros mismos obrando en la superficialidad. Es nuestro interior elque nos dice en realidad quiénes somos y a través del cual nos conoce Dios Padre.