“Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga.”

Joel 2:13

El antídoto


¿Qué sucede cuando comenzamos a sabotear nuestros propios planes? Cuando nuestras prioridades están alteradas solemos poner más atención en otros temas para no ocuparnos de los verdaderamente importantes. Sobre todo cuando iniciamos o estamos transitando por algún cambio, las relaciones que establecimos en las bases de nuestra anterior manera de vincularnos, empiezan a colapsar y a verse deterioradas. En esos momentos es bueno invitar a los demás también a reinventarse pero quizás, no todos estén dispuestos a ello. No todos manejamos los mismos tiempos para hacer modificaciones estructurales en cada una de nuestras vidas.

Publicidad

En esos momentos, Dios será nuestro propio antídoto contra nuestra resistencia a avanzar y a mejorar. Él nos recordará que nuestro amor propio es importante para llevar a cabo lo que nos propongamos, aún así empecemos a querer impedir ese cambio por miedo a lo que otros puedan decir o sentir alrededor de eso. El Señor nos permitirá sanar y apreciar cada una de nuestras decisiones, y nos acompañará a elegir los mejores caminos. Es muy frecuente que por no animarnos a ir más allá y aventurarnos a lo desconocido, nos quedemos estancados en situaciones que ya no resultan buenas para nosotros y tengamos cierta resistencia a cambiarlas.