“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.”

Hebreos 11:6

El escudo que nos da la fe


Muchos tratarán de sembrar dudas sobre nuestras creencias. Criticaran nuestros métodos o las formas que tiene Nuestro Padre para mostrarnos nuestra vocación como hijos. El argumento que utilizarán es el que muchos hemos escuchado: ¿por qué sigues a Dios si Él en este momento te ha abandonado?. Esos cuestionamientos se oyen con frecuencia por ejemplo en el momento en el que perdemos a un ser querido. De forma injusta o no, a través de una larga enfermedad o de un accidente que no tiene explicación, nuestros hermanos pueden comenzar a cuestionar el designio de Dios. En esas situaciones debemos mantener la fe y comprender que por más injusta que parezca la pérdida, Nuestro Dios siempre guarda una valiosa lección ligada a ella. Lección que seguramente opaque el dolor y la tristeza, pero que lograremos ver cuando pase algo de tiempo.

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Nuestra fe muchas veces va a actuar como escudo: ante las malas decisiones y por sobre todo, ante las trampas y métodos del mal. Mantenernos fuertes frente a la maldad o a los vicios, nos hará mejores personas, mejor dicho, mejores cristianos. Si bien será puesta muchas veces a prueba o se cuestionarán las formas que elige Dios para mostrarnos el camino, debemos apegarnos con fuerza a ella y mantener en forma permanente nuestro contacto con El Señor.