“El que ama el dinero no se sacia jamás, y al que ama la opulencia no le bastan sus ganancias. También esto es vanidad.”

Eclesiastés 5:9

Evitando caer en el error de la Vanidad


La avaricia es el peor de los males para quien tiene la capacidad de tener bienes materiales abundantes, es una trampa que el ego nos presenta y de la que es muy difícil huir. El lujo y la acumulación de ganancias corrompen el alma, se instalan como falsos dioses a los que se admira y venera. No sólo quien los posee, sino quienes los rodean, ya que atribuyen el valor de las posesiones a la persona, construyendo un modo de pensamiento falso en el que vale más como persona quien más bienes materiales acumula.

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Esto desemboca en una carrera sin fin en la que nunca nada es suficiente, nada alcanza y el individuo se convierte en un avaro acumulador, dejando su humanidad en el camino. Se olvida al otro y sus necesidades, se desprecia a quien tiene menos dinero, se explota al desposeído, y se pierde la empatía con nuestros hermanos que más nos necesitan.


Y nada será suficiente, es una carrera que solo termina con la muerte, pues quien mas tiene mas quiere, se despierta la voracidad y en el deseo de lujo y opulencia nada alcanza. Solo se ensalza la vanidad y la avaricia. El peor de los males: endiosar al dinero. Caer en la vanidad.


Olvidar los principios de humildad y respeto por el prójimo solo nos cierra definitivamente las puertas del Paraíso.