Todo lo que sucede en la tierra tiene su tiempo.
El camino que nuestro Señor ha ideado para cada uno de nosotros puede tornarse difícil por momentos e inclusive podemos tener la sensación de que no es lo que esperábamos.
En estos casos debemos fortalecernos en nuestra Fe para poder seguir. Dios está obrando en nosotros constantemente. Nadie dijo que el camino sería un lecho de rosas, pero vale la pena. Porque transitaremos los senderos que Dios dispuso para nosotros hasta la Salvación Eterna. Porque nos superaremos y sentiremos la dicha de ser tenidos en cuenta por El Señor.
Todo finaliza, lo único que perdura es el Amor y la Misericordia de nuestro Padre Celestial. Cuando estés atravesando una situación traumática, enumera también las bendiciones con las que El Señor te ha ungido. Veras que encontraras consuelo y equilibrio y podrás admirar tu situación con otros ojos.
Los acontecimientos de nuestra vida, sean del tenor que sean, son recursos del Señor para que seamos la persona que Él nos llama a ser.
Que prevalezca la Paciencia y la Fe en nuestros corazones. Dios nos acompaña con sentida Misericordia.