Por lo general no es prudente decir a otros todo lo que tenemos en nuestro corazón. Sansón llego al clímax de su necedad cuando hizo esto con Dalila. Sin embargo, si pudiéramos encontrar a un Salomón capaz de responder todas nuestras preguntas y resolver todas nuestras dificultades, contarle todo podría ser no sólo prudente sino también vital. Ahora nosotros tenemos a uno mayor que Salomón: nuestro Señor Jesucristo, la sabiduría encarnada. Necesitamos venir a Él con toda confianza, y contarle todo de nosotros.
“La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.” Lucas 11.31. Si la reina de Sabá, con mucho menos revelación y oportunidades que nosotros, estuvo dispuesta a viajar una gran distancia para abrir su corazón al rey Salomón, ¡cuánto más nosotros debemos buscar a Jesús con un corazón sincero, sin esconderle nada! Vengamos ante Él con confianza, y contémosle todo de nuestra vida.