“Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.”

Salmos 143:8

Elegir el amor


Elegir el amor sobre el odio en tiempos donde todo es desconcierto será lo único que nos salve. Abrir nuestros corazones a Dios cuando nos convoquen otros a discutir, a pelear entre hermanos. Tendrá y requerirá de un valor mayor estar dispuestos a abandonar nuestra terquedad u obstinación y aprender día a día a pedir perdón y a darlo a los que nos ofendieron. Comenzar desde cero siempre que no sepamos cómo volver a unirnos a esas personas, cuando se interpongan sentimientos de rencor.

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Cuando no entendamos qué fue lo que nos enojó tanto de lo que hizo nuestro hermano como para que esas diferencias sean irreconciliables tenemos que conversar con Dios. Entender que todos somos diferentes y que nos expresamos y sentimos muchas veces de otra manera y tolerar esas diferencias. Pensar que todos deben actuar como yo lo hago, o decir las mismas cosas que yo digo es un pensamiento errático. Debemos ser más compasivos ante la postura de otros, y responder con amor aún cuando sintamos que nos han ofendido. Quizás esa persona no tuvo intenciones de lastimarnos sino que quiso mostrarnos otra forma de prensar. Mantenernos enojados o tristes no nos dejará ninguna enseñanza, todo lo contrario, nos alejará de personas valiosas que vienen a mostrarnos otros puntos de vista.