“Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará”

Mateo 6:6

La sinceridad de la oración


Cuando oramos, estamos estableciendo una comunicación con Dios Padre que realmente no necesita que estemos parados en la Iglesia siendo observados por los demás. La oración que se da por compromiso con un otro que nos observa, por obligación o por mera apariencia, porque de esa manera se convierte en un acto hipócrita que no llega más allá del techo de aquel edificio. Orar en secreto, nos permite que la intención de nuestro corazón sea verdaderamente la que se expresa, y más allá de cualquier recompensa, es un arma espiritual interna, transformadora del exterior, de acuerdo a la voluntad de Dios y a Su sabiduría. Por eso oremos en secreto o no pero que la intención surja directamente de nuestro interior.