“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.”

2 Corintios 3:18

El cambio


Estaba ya acostumbrada a hacer las cosas de determinada manera y nada me corría de mi postura, pero pronto comencé a aislarme. Estaba sesgada por mis ideas y era incapaz de ver que estaba cometiendo un error. Ya mis amigos no venían a verme y empecé a deprimirme. Sabía que sólo yo podía cambiar mis actitudes, había sido irreverente e irrespetuosa con sus consejos. Creía conocer la verdad absoluta de las cosas y estaba equivocada. Ellos sólo trataban de ayudarme y yo los fui desplazando.

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Nunca es tarde para reconocerse en el error y pedir perdón. Gracias a haber encontrado a Dios en mi corazón pude recuperar la confianza y acercarme a aquellos a los que había ofendido por necia. Muchas veces debemos cuestionar lo aprehendido y nuestra forma de ver a la realidad para poder contemplar los puntos de vista de nuestros hermanos. Sólo existe una verdad absoluta y es Nuestro Dios. No deben existir divisiones por pensar distinto, sino que debemos convivir con las diferencias de pensamiento y mantenernos unidos con un mismo propósito: la alabanza y el amor a Nuestro Padre Celestial. La bondad y la humildad en el pensamiento nos harán mejores seres, cristianos compasivos y hermanados en comunión.