“Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.”

Romanos 12:16

Predicar la generosidad


Nuestro Padre va a ser el encargado de suplir todo aquellos que como hijos necesitemos, pero nosotros como hermanos debemos auxiliarlo desde la generosidad. Existen miles de personas que necesitan por estos tiempos de nuestra ayuda. No sólo de un hogar o una comida, sino que también precisan que los acerquemos nuevamente a la Palabra y a la fe, porque en algún momento de su camino se han desviado del sendero correcto. Nuestro Padre será complacido si usamos nuestro tiempo y esfuerzo para dar amor a nuestros hermano. Nuestro espíritu de generosidad no está fundado sólo en lo que podemos aportar desde nuestros recursos económicos, sino desde nuestros recursos emocionales y como cristianos devotos.

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Tampoco se trata de ayudar al prójimo sólo cuando se encuentra en necesidad o cuando algún suceso terrible acontece, como ocurre cuando en una inundación nuestros hermanos pierden todas sus pertenencias. Se trata de ayudar a diario, a todos los que precisen de nosotros, de nuestra dedicación y oración. Debemos convertir en hábito a la solidaridad, para ser agradecidos del amor y la misericordia de Nuestro Padre Celestial. A nuestro alrededor puede haber personas que necesiten de un abrazo, de ser contenidos, de ser considerados u oídos. No los perdamos de vista para no perder nosotros mismos la conexión con Dios.