“Sin embargo, yo siempre estoy contigo; tú me has tomado de la mano derecha. Con tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria.”

Salmos 73:23-24

Reclamos


Muchas veces recibimos reclamos por parte de los que nos rodean. Puede ser una simple reprimenda en el trabajo o ir más allá, y provenir desde un familiar o amigo cercano. Dependiendo de qué se trate debemos encauzar los motivos y evaluar realmente qué fue lo que sucedió o sucede. Cuando se trata de trabajo, puede que estemos asumiendo más tareas de las que podemos entregar o hacer en forma satisfactoria. Quizás esa persona esté acostumbrada a que nosotros respondemos instantáneamente, o nos quedamos después de hora resolviendo cosas. Allí debemos poner un freno y modificar nuestra propia postura frente a lo que mostramos al otro qué podemos hacer y reconocernos en la imposibilidad, en la pausa a esa demanda constante.

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Cuando los reclamos son provenientes de amigos o familiares también deberemos observar en detalle lo que ocurre, si se trata de que nosotros estamos llevando a cabo malas actitudes o no prestamos la suficiente atención cuando nos convocan. También, si esa persona está atravesando un mal momento y necesita que estemos más presentes en su vida, que lo acompañemos en su penar o simplemente, que le tendamos nuestra mano para seguir adelante. Todo eso lo podremos evaluar si tenemos una reflexión profunda con Dios sobre lo que nos pasa día a día.