“Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

Juan 10:18

¿Puedo o debo?


Muchos alegan falta de tiempo para conectarse con Nuestro Padre cuando en realidad es falta de compromiso, o mejor dicho, sobre exceso de compromiso con los demás y no con uno mismo. Solemos confundir al “poder hacer” con el “deber hacer”, así cargamos en nuestros hombros con tareas cotidianas que quizás, podrían repartirse mejor o delegarse en las personas correspondientes. La falsa creencia que existe en nuestras sociedad en las que tenemos que poder con todo lo que nos requieren muchas veces no aleja de los objetivos fundamentales.

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Nuestro propio tiempo de descanso resulta vital para poder entender y reflexionar sobre el aprendizaje diario. De otro modo, si no logramos establecer un balance entre nuestra vida social o exigencias para con nuestros hermanos y los momentos en los que necesariamente tenemos que transitar en soledad, eso se volverá un problema. Sobre todo porque no podremos ponernos a pensar sobre lo que nos ocurre, sobre lo que queremos para nuestras vidas, y en consecuencia, poder pedirlo a Nuestro Padre Celestial en oración profunda. Si todo el tiempo estamos a disposición de lo que dictan otros, de las cosas que debemos cumplir en el trabajo o de las demandas de nuestro seres queridos, nunca tendremos el espacio necesario para que nuestro crecimiento sea sostenido y acompañado en la palabra de Dios Padre.