Cada vez que hablamos de seguir los planes que Dios nos propone, suponemos que dicho acto se interpretará correctamente y solamente tendremos que dedicarnos a completar la tarea, pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta varios conceptos que son de suma importancia.
Primeramente deberemos saber identificar la voz a obedecer, ya que el camino que hemos elegido estará plagado de tentaciones, artilugios que no quieren otra cosa que desviarnos del sendero. Es por eso que la única manera de lograrlo es escuchando atentamente lo que nuestro corazón nos dicta: nunca estaremos equivocados si escuchamos a nuestro corazón.
Por otro lado, es importante dejar de lado toda apreciación que el hombre pueda tener sobre ciertos aspectos, y guiarnos únicamente por la Sagrada Palabra, puesto que es allí donde se encuentra la única verdad. Por último, también deberemos saber separar nuestros sentimientos, dejando de lado aquellos que nos estorban en nuestro camino, como ser el sentimiento de la impotencia o el del temor, dos grandes enemigos que pretenden menguar nuestra Fe y debilitar nuestro espíritu.
Todos estos conceptos podrán ser obtenidos si nos encomendamos a Dios mediante la práctica de la oración.