“De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”

Colosenses 3:13

¿A qué acostumbramos al otro?


Muchos estaban sorprendidos cuando notaron que comencé a hacer las cosas de otro modo. Respondía distinto a los viejos patrones de comportamiento que ellos esperaban de mí y notaba cierto recelo cada vez que hablaban conmigo. Lo cierto es que había dejado de responder inmediatamente a todas las demandas que tenían, a todas sus quejas y desaires, y estaba empezando a marcar mis propios límites. La realidad es que los había acostumbrado a una versión de priorizarlos antes a todos mis hermanos frente a mis propias necesidades y deseos.

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Lógicamente debemos ser solidarios y empáticos con los que nos rodean y siempre intentar hacer el bien, pero en contraparte debemos también aprender a cuidar de nosotros mismos. A respetar nuestros tiempos para Dios y para cultivar nuestras creencias, a atender nuestras falencias de fe.Si nos encontramos permanentemente a disposición de otros, quizás haya cosas que no nos atrevemos a enfrentar y es más fácil usar nuestro tiempo en atender al prójimo que a nuestros propios miedos e inseguridades. Mantener un diálogo fluído con Dios, nos hará notar qué cambios tenemos que implementar para tener una vida más equilibrada. Para poder evaluar cuál es la atención que debo dar a los demás y a mi propio ser.