¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

“Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Romanos 8:38-39

No lo despiertes, está dormido


Esa noche hacía mucho calor, era una noche de primavera con un clima agobiante y de algún modo sabía que probablemente al otro día no lo volveríamos a ver. Mientras abandonábamos la sala de ese hospital, pude decirle a mi hermana: “no lo despiertes, está dormido”. Mi padre había abandonado su cuerpo para la mañana siguiente. Me bastó ver a mi madre entrar en mi habitación ese día para comprender lo que había pasado.

Publicidad

Mucho tiempo estuve enojada con Dios, realmente no comprendía por qué mi padre había tenido que irse. Él no estaría presente para ver cómo terminaría mis estudios, no me vería crecer. Simplemente, estaba devastada y mi fe estaba en jaque. En los festejos cada año por el Día del Padre comenzaba a sentirme rara. Luego de tiempo, entendí que debía empezar a celebrar a mi padre ese día, compartiendo en familia o tranquila en soledad, y que quizás, a veces sentiría angustia pero eso sería parte del proceso. Sólo Nuestro Padre Celestial conoce los planes para cada uno de sus hijos y aunque al principio nos cueste asimilar la idea de que el otro ya no estará presente físicamente, nos acompaña desde la espiritualidad, y nos guía junto a Cristo Nuestro Señor. Recordar a nuestros seres queridos nos acercará más a la fe y a Nuestro Dios.