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Existe una creencia en que la noche trae muchas veces pensamientos oscuros a nuestras mentes. La oscuridad y la soledad pueden ser una combinación acertada para que nuestros pensamientos comiencen a verse alterados. Cuando somos niños estos sentimientos de temor ante lo desconocido y lo irreal pueden ser más fuertes, pero aún siendo adultos podemos experimentar ciertos miedos irracionales cuando llega la noche. Ruidos fuertes o gritos, sombras en las paredes, lluvias torrenciales o cortes de luz, pueden ser disparadores para que nuestra imaginación vuele y comencemos a estar más nerviosos o irritables.
Si nos mantenemos en el sendero de Dios Padre, estaremos alejados de todo mal. Mantener el hábito de la oración y la conversación con Nuestro Padre Celestial disolverá cualquier miedo que podamos tener. Todos podemos pensar en situaciones fantásticas e irreales cuando nos asusta algo, pero debemos recordar que si estamos en compañía de Dios nada malo podrá sucedernos. Que se trata de simples artilugios que juega nuestra mente, y que de ninguna manera puede existir algún mal si nos encomendamos a Dios. Nuestro Padre nos hará fuertes y valientes cuando necesitemos de Él, cuando tengamos dudas o precisemos de su compañía, sólo será cuestión de creer y obedecer a su palabra.
