Accede a más contenido como este.
Había emprendido un proyecto profesional que hace tiempo quería llevar a cabo. Todos mis ahorros, mi conocimiento y mis sueños estaban involucrados en ese nuevo camino. Muchos amigos y algunos de mis familiares no estaban de acuerdo o decían que era muy arriesgado, pero decidí continuar de todos modos. Pasaba día y noche tratando de ideas nuevas estrategias y conseguir más clientes. Casi no dormía pensando en los procesos que debía seguir, pero los cuentas comenzaron a acumularse y la felicidad de trabajar por mi cuenta y con mi propio negocio comenzó a desvanecerse. El enojo y la ira aparecieron rápidamente: cómo yo, que había repasado una y otra vez el plan de pronto había fallado. Las voces de quienes habían desconfiado de la idea cada vez eran más fuertes y ya no tenía las fuerzas para sacarlo adelante.
Comenzar de nuevo no siempre es sencillo para el que se encuentra desesperanzado o frustrado, y contar con el apoyo de los seres queridos en ese momento será fundamental. Llamarse a la reflexión para saber en qué podemos mejorar, o conversar con Nuestro Padre Celestial sobre nuestras fallas nos librará de ser duros con nosotros mismos ante la frustración. Dios nos llenará de aliento para volver a empezar, para ir tras nuestros anhelos más profundos sin caer en la tristeza o el enojo.
