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Aprender a ser buenos con nosotros mismos y con los demás es lo esencial. Podemos no tener en claro qué camino escoger o cuál será la mejor decisión a tomar para nuestro futuro, pero es importante que seamos compasivos. Visualizar nuestras vidas como un pasillo con muchas puertas: algunas se abrirán y otras se irán cerrando pero nunca tendremos la certeza de cuál vendrá primero. Reafirmar el lugar en el que estamos y tratar siempre de dar lo mejor de nosotros mismos. Estar despiertos ante la realidad que nos rodea, y salir al Mundo a entregar nuestro amor al prójimo.
Existe mucha gente a la que podemos estar ayudando aún sin saberlo, hermanos que necesiten una palabra de aliento o que los auxiliemos en su llegada a Dios Padre. Muchos pueden malinterpretar nuestras intenciones pero debemos ser parte de la solución y ampliar las conversaciones sobre lo que nos sucede a todos. Nos encontramos en ocasiones demasiado sumergidos en nuestros problemas, en nuestros disgustos, sin pensar en lo que queremos o en los anhelos personales. Disponerse a meditar acerca de lo que deseamos para nuestras vidas, en nuestro objetivos para mejorar como cristianos. Una simple conversación con Nuestro Padre Celestial puede traer luz a ese panorama cuando nos estamos en confusión.