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“¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras!”

Eclesiastés 9:7

Disfrutar con humildad


Hay que tener en cuenta que como seres humanos, que vivimos esta vida terrenal debajo del sol, es parte de nuestros días gozar de ciertos placeres como la comida y la bebida. Es preciso vivir con alegría esos momentos, que son recompensas de los sentidos, y disfrutarlos con humildad. Nuestra alegría brota además de nuestro interior, y está conectada a la sabiduría de estar consciente de nuestra espiritualidad.

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Cuando estamos en contacto con nuestro espíritu, con el amor que nos proclama Dios, y seguimos una vida acorde a sus palabras, a través de nuestro pensamiento y de nuestras obras, es probable que vivamos como una especie de recompensa estos placeres tangibles. Porque nos sentimos en consonancia con la creación, y así valoramos lo que nos rodea para poder valernos de ello.