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La vida está llena de etapas y cada una de ellas tiene sus características especiales. Transitar los distintos tramos de la existencia supone un desafío y una meta que debemos alcanzar sustentados en la Gloria del Señor.
También es cierto que hay ciertas fases de la vida que nos cuestan más que otros. Momentos en que estamos más dispersos y confusos, atravesando ese puente maravilloso, pero no por eso menos difícil, que va de la infancia a la adultez.
Superar los desafíos que se presentan en este ciclo, es de vital importancia y uno de los mayores retos que debemos afrontar.
“No desprecien la juventud. Sé ejemplo de los creyentes en la palabra, en la conducta, en el amor, en el espíritu, en la fe y en la pureza.” 1 Timoteo 4:12
La juventud es una hermosa etapa de la vida en donde estamos repletos de fuerza, alegría y vitalidad. También es un periodo de grandes distracciones y dudas. Una de las enseñanzas maravillosas que nos brinda 1 Timoteo 4:12 es la conjunción entre adultos y jóvenes.
El apóstol Pablo, en su segunda visita a Listra, invita al joven Timoteo a predicar La Palabra del Señor. Timoteo acompaña a Pablo y a Silas durante cientos de kilómetros anunciando el Mensaje de Dios. La experiencia de Pablo forma y sostiene a Timoteo pero sin anular su personalidad e impulso.
En Timoteo se refleja el Compromiso de los jóvenes para servir y contener a sus hermanos.
“¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra”. Salmos 119:9
La realidad de adolescentes y jóvenes actuales es muy distinta a la que vivimos los que ya peinamos algunas canas. La sobre información, sumada al avance vertiginoso de la tecnología, pueden inducir a los jóvenes a perder el camino que Dios ha diseñado para cada uno de ellos.
Es fundamental acercarnos a nuestros jóvenes para no profundizar el abismo generacional que puede llegar a generarse cuando nos damos por vencidos al intentar comunicarnos.
Debemos intercambiar perspectivas para generar un vínculo sano. Démosle a los jóvenes el lugar que se merecen y evitemos el error de pensar que nada podemos aprender de ellos.
Sin embargo, esta en nosotros poder guiarlos a que busquen al Señor de todo corazón.
“Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud”. Salmos 71:5
Es muy importante tender todos los puentes posibles para un entendimiento fraternal con los jóvenes. Ellos están transitando un proceso en donde las dudas están a flor de piel. Sus cuestionamientos, su efervescencia y energía deben ser encausados y guiados por La Palabra del Señor.
Por eso dejemos que nuestro Padre Celestial intervenga en sus vidas con Su Perfecto Amor, Sus tiempos y Su Sabiduría.
Más allá de las circunstancias de su tiempo, debemos cuidar a nuestros jóvenes, dejando que confíen de corazón en Cristo con sus modos y rasgos generacionales.
“Bueno es que el hombre aprenda a llevar el yugo desde su juventud”. Lamentaciones 3:27
Es importante que los jóvenes puedan mirar al futuro teniendo en claro la Bendición que significa caminar al lado y bajo la Guía de nuestro Señor.
Es tarea evidente poder pavimentar el camino a las nuevas generaciones. Poder inculcarles la Palabra, que aprendan a disfrutar de la lectura de la Biblia. Que incorporen el hábito de orar en paz.
Los valores que nos guiaron por tanto tiempo deben establecer el rumbo y las bases fundamentales para los jóvenes.