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No te sientas en soledad ni con poco ánimo. Tienes la herramienta en tus manos para poder sanar hoy mismo. Explora el siguiente artículo y reconstruye tu energía vital.
Ante la interrupción de nuestros quehaceres cotidianos, producto de la cuarentena obligatoria y preventiva para evitar el contagio del COVID-19, nos enfrentamos a distintas problemáticas que comienzan a abarcar toda nuestra atención y energía.
Cuando esto sucede, indefectiblemente, vamos desviando nuestro pensamiento de La Palabra de Dios. Posponemos esos momentos que antes dedicábamos al dialogo con nuestro Padre Celestial y ocupamos nuestra mente con los obstáculos que se nos van presentando en el camino.
Es tiempo de reconocer que solo en El Señor, podremos aligerar las cargas que nos atormentan y por eso es imprescindible reforzar nuestra Fe, para no perdernos en el camino y seguir bajo Su perfecta Guía. En Cristo, todo lo podemos.
“No temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10
Sin dudas, existen instancias en donde la angustia no nos permite ver más allá de nuestros propios problemas. Por eso se hace necesario tomar consciencia y despertar de ese letargo, propiciando encuentros constantes con la voz de Cristo.
Abramos nuestro corazón a la misericordia del Señor, escuchemos lo que nos quiere transmitir desde Su Perfecta Sabiduría.
Como miembros del Pueblo de Dios, tenemos la certeza de que nuestro Padre Celestial está con nosotros en medio de cualquier situación. Él nos acompaña y va delante. Es nuestro refugio y fortaleza en momentos de dificultad.
Solo en el alimento que propicia el encuentro y el conocimiento del mensaje de Dios, nos sentimos llamados a aumentar nuestra Fe.
“¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil”. Isaías 40:28-29
Luego de una agotadora jornada de aislamiento, en donde el desgaste mental se multiplica, puede suceder que nos sintamos sin las fuerzas necesarias para honrar la Gloria de Jesús con el maravilloso acto de la Oración. Sin embargo, cuando oramos, debemos tener presente que es el camino más dinámico para nuestro encuentro con El Señor.
En ocasiones nos cuesta comprender la Grandeza y el Poder de nuestro amado Padre. Recordemos que Él es el creador de todas las cosas y por lo tanto está al corriente de todo lo que estamos pasando.
Esta certeza es porque sabemos muy bien que nadie nos Ama y Conoce como El Altísimo. El siempre está obrando a nuestro favor. Podemos acudir a Su Gracia en cualquier momento para que nos conceda renovadas fuerzas y nos libere del sufrimiento.
Seamos auténticos y agradecidos en la Oración. No pensemos en el tiempo que le dedicamos, porque nunca será suficiente. Dejemos que la Oración nos invite a una Fe más fuerte.
“¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza, busquen siempre su presencia!” 1 Crónicas 16:11
Cuando tomamos la trascendental decisión de caminar junto al Señor, comprendemos que estamos en un camino de transformación y crecimiento.
Las Sagradas Escrituras son fuente del Mensaje de Cristo. Una buena forma de desactivar la apatía y el desentendimiento es leer lo que Dios pretende anunciarnos y compartirlo con el resto de nuestros seres queridos.
Es una gran oportunidad para congregarse en familia y recibir la Bendición de Su Palabra que, sin lugar a dudas, nos animará a continuar y perseverar.
“Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno”. 2 Tesalonicenses 3:3
Ante cualquier situación traumatizante, tengamos presente que Dios siempre es Fiel. Cuando acudimos a Él, nos confiere esa fortaleza y protección Espiritual que necesitamos para mirar al futuro honrando Su Gloria.
El Señor nos sostiene y podemos vivir en plena confianza de lo que provee o no a nuestras vidas es siempre la mejor opción para nuestras vidas. Junto a Él, nunca nos faltará la determinación para acometer los propósitos para los cuales nos ha elegido.
Continuar y cumplir con Su Perfecta Obra es lo que Dios Padre nos ha encomendado.