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¿Cómo fortalecer nuestra Luz interior?

Conoce los motivos para que tu luz no se extinga: El Señor tiene un maravilloso propósito para nuestras vidas.

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“¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!, ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!” Isaías 60:1

A lo largo del maravilloso camino que hemos decidido emprender junto al Señor deberemos afrontar situaciones de diversa índole.

Experimentaremos la dicha y la tristeza, el gozo y la consternación. En las instancias más difíciles que nos toque enfrentar, muchas veces tendremos la sensación de estar en completa oscuridad, padeciendo sentimientos de inseguridad y miedo.

Probablemente nos preguntemos: ¿Qué ha sido de esa Luz que alumbraba con alegría mi vida y la de mis hermanos? Cuando este tipo de pensamientos angustiantes se agigantan en nuestros corazones, es que debemos recapacitar y comprender que Dios es la Eterna Luz que alumbra nuestro sendero y que esa Luz vive en nosotros para que podamos proyectarnos iluminando, además, el camino de nuestros hermanos.

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“Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla”. Juan 1:5

Cuando reconocemos que la Luz de Cristo vive en nosotros comprendemos que, como hijos de Dios somos llamados a disipar la oscuridad y las tinieblas propias y ajenas. Nuestra Luz debe alumbrar la vida de nuestras familias, amistades, compañeros de trabajo.

La Palabra y el Aliento con la que nos Bendice El Señor cada día, está disponible para el prójimo desde la Luz con la que Él nos nutre. Por eso, cada encuentro o interacción que tenemos con nuestros hermanos es un encuentro con Dios.

Esto no significa que tengamos todas las respuestas, pero quien vive en nuestro corazón Si las tiene. Somos Bendecidos por la Gracia del Eterno al ser escogidos como Su instrumento para expresarse entre los hombres y mujeres de la tierra.

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“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse”. Mateo 5:14

Es fundamental tomar consciencia de la importancia que tiene mantener viva nuestra Luz aun en los momentos más difíciles de nuestras vidas.

Esto no implica que debamos atravesar todos los procesos para afrontar una crisis simulando o haciendo un esfuerzo que nos excede para brillar.

Cuando tomamos la maravillosa decisión de transitar los caminos del Señor, sabemos que Su Luz persiste en nuestro corazón por siempre y, dependiendo de las circunstancias, alumbrará con mayor o menor intensidad. Lo que no debemos permitir es que nuestras angustias y temores generen en nosotros la falsa necesidad de ocultarnos del mundo. Una Luz, por pequeña que sea, puede hacer una gran diferencia.

Un faro en medio de un mar tormentoso, una estrella solitaria en la noche que sirve de guía para el que está perdido. Nunca podemos dimensionar de donde vendrá esa Palabra Justa que Dios quiere brindarnos para sacarnos de la oscuridad o el Poder Sanador que puede tener nuestra Luz sobre la existencia de un hermano que sufre.


“Éste es el mensaje que hemos oído de Él y que les anunciamos: Dios es luz y en Él no hay ninguna oscuridad”. 1 Juan 1:5

Recordemos las palabras del Papa Francisco en el Ángelus dominical del cuarto domingo de Cuaresma de 2020: “Cada uno de nosotros está llamado a recibir la luz divina para manifestarla con toda la propia vida”

La Luz nos permite ser más Sabios ya que podemos discernir entre el Bien y el mal. En cambio, en la oscuridad, nada podemos ver y nos apartamos del camino del Señor.

¡Que nuestra Luz brille por Siempre en el nombre de Cristo!




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