Accede a más contenido como este.
Resulta un poco triste pensar que para muchas personas la Semana Santa representa una fecha de viaje, un plan de vacaciones o simplemente una excusa para poder alejarse de la rutina laboral. ¿Somos realmente conscientes de lo que representa esta celebración? Recordar la pasión y la muerte de Jesús nos permitirá reflexionar de un modo único, pensando y atesorando cada momento de la resurrección y del regalo divino que nos entregó en la Cruz.
Quizás sea un momento adecuado para acercarse a nuestro Padre Celestial mediante la oración, realizando ofrendas y hasta emulando la preparación que tuvo nuestro Salvador preparando su sacrificio. "A éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra.” Isaías 66:2.
Uno de los mensajes que podemos sentir en esta Semana Santa es que Jesús nos salva de nuestros pecados al realizar el sacrificio desde la Cruz.
“De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.” Juan 3:16-17.
Ese regalo que nos hace Dios, permitiéndonos conocer al Salvador entre nosotros y aprender de la Fe que tuvo al morir y renacer, resulta ser el privilegio más importante: pagar por nuestros pecados de una vez y para siempre.
Quizás uno piensa en el modo o en cómo podría devolver la Gloria y las bendiciones recibidas y debemos recordar que “¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros”. 1 Samuel 15:22
Recordando y agradeciendo en oración que esta acción realizada por nuestro Padre Celestial, resultó ser la posibilidad de aprender de su hijo Jesús y de sentir cómo nuestro camino se iluminó para nuestra eternidad.
“Porque por una ofrenda Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.” Hebreos 10:14
En su condición de Todopoderoso, el Señor envió a la Tierra a su hijo Jesucristo, en una forma reconocible para todos nosotros, sufriendo en la cruz para poder pagar por todos los pecados. Este sacrificio exige un corazón perfecto y como recompensa, esa sangre repleta de Gloria nos permitirá ser aceptados en el Reino de los Cielos.
Es como de este modo, caminamos los senderos de Dios cotidianamente, vivimos en un mundo repleto de contradicciones, de planteos morales y hasta de situaciones que nos ponen a prueba constantemente como hijos e hijas del Señor. Caer y tropezar en nuestro andar, nos representa la oportunidad de poder levantarnos gracias al poder de nuestro Padre y debido a que caemos en reiteradas oportunidades, sabremos que siempre nuestro Dios estará allí para guiarnos.
¿Aún deseas realizar un sacrificio para sentirte más cerca del Señor? Acéptalo en tu vida plenamente, recibe al Salvador como un Rey, como el Guía y el Padre que te permitirá realizarte en la eternindad. “Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es.” 1 Juan 3:1-2.
“Convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.” Filipenses 1:6.
Es por eso que debemos recordar que cuando abandonemos nuestro cuerpo no debemos tener miedo. Desterrar esa sensación de terror, ya que la promesa de resurrección junto al Espíritu Santo se encuentra depositada en nuestros corazones, reside como garantía de confianza en la Fe y en la esperanza de poder sentir al Padre nuevamente entre nosotros.
“En Él (Jesús) también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia … Por esta razón también yo, habiendo oído de la fe en el Señor Jesús que hay entre vosotros, y de vuestro amor por todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones..” Efesios 1:13-16.
Recuerda entonces que para esta Semana Santa puedes sentirte muy cerca de Jesús y de nuestro Padre Celestial brindando tus oraciones y abriendo tu corazón para sentir que tus pecados son liberados.