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Disfrutando en Comunión Junto con Nuestros Seres Queridos

Construye un espacio de comunión junto con tus seres queridos hoy. En el siguiente artículo estaremos explorando distintas formas de poder armar un espacio de armonía y paz con tu familia.

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"No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante." Proverbios 27:10

La familia es el pilar sobre el cual construimos nuestras vidas espirituales y emocionales. En tiempos de tribulación, es fundamental no cerrar nuestro corazón al amor del Señor. El Espíritu Santo puede manifestarse en cualquier instante, brindándonos consuelo y guía cuando más lo necesitamos.

Sin el apoyo de nuestros seres queridos, podríamos sentirnos profundamente desamparados. Sin embargo, es nuestra responsabilidad acercarnos a nuestra familia, perdonar y reestablecer la conexión y la comunión de luz y amor. La gran familia de Dios siempre está presente, esperando que abramos nuestro corazón y nos acerquemos a ellos.

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"Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito." 1 Corintios 1:10

El florecimiento espiritual y familiar nos llena de alegría y entusiasmo, otorgándonos una energía renovada. Así como la naturaleza se renueva con el surgimiento de flores y brotes en los árboles, el amor de Cristo también renueva nuestra vida. Este es el momento perfecto para acercarnos a amigos, familiares y seres queridos con los que hemos perdido contacto.

Si necesitas construir un puente de sanación y perdón, hazlo ahora. Tu paz interior dependerá de esta decisión y del momento de apertura que realices con estos seres de luz.

Reconectar con la familia es como un resurgir espiritual que nos llena de plenitud. El Señor desea fervientemente que sanemos estos vínculos y reformulemos nuestra relación con nuestros seres queridos. Las relaciones familiares pasan por diferentes etapas; momentos de calma y quietud que luego se transforman en fortalecimiento y cercanía.

No podemos alejarnos de las relaciones que nos han formado desde hace tanto tiempo. Padres, madres, abuelos, abuelas, tíos y tías son personas que Dios ha puesto en nuestro camino para aprender de sus experiencias y enseñanzas. Debemos estar agradecidos por ellos y por los momentos compartidos, que nos ayudan a entender quiénes somos.

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"Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto." 1 Juan 4:20

Buscar la felicidad en familia implica centrarse en los pilares de la Fe. La felicidad familiar no es sinónimo de alegría constante. Entender que estamos rodeados de individuos con distintas capacidades para comprender y amar al prójimo es crucial.

El desafío que nos presenta el Señor es aceptar, comprender y amar, equilibrando nuestras voluntades para construir un espacio común. El diálogo es esencial para superar conflictos y problemas potenciales en nuestras relaciones.

Perdonar y mirar con compasión a los demás es fundamental para avanzar. Tal como lo demostraron Jesús y nuestro Padre Celestial, tenemos la oportunidad única de cultivar la Fe en nuestro núcleo primario: la familia. El perdón y la compasión son piedras angulares para mantener la armonía y la paz en nuestras relaciones familiares.


"¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!" Salmo 133:1

Para seguir adelante en nuestro camino espiritual, es crucial confiar en Dios y en Jesús. Ellos nos proporcionan la guía y la fortaleza necesarias para superar los desafíos y mantener la calma en medio de la tormenta. Confiar en Dios significa entregar nuestras preocupaciones y miedos a Él, sabiendo que Su amor y sabiduría nos acompañan siempre.

Jesús, nuestro Salvador, nos mostró cómo vivir con paz y amor. Siguiendo Su ejemplo, podemos transformar nuestra vida y encontrar la plenitud espiritual que tanto anhelamos. Que nuestras acciones diarias reflejen el amor de Dios, y que nuestra fe nos guíe en cada paso que damos.

Al enfrentar la ira y el enojo, recordemos que Dios siempre está con nosotros, ofreciéndonos Su paz y Su amor. Con fe y confianza, podemos superar cualquier obstáculo y vivir una vida plena y armoniosa. Que la gracia del Señor nos acompañe siempre, iluminando nuestro camino hacia la sanación y la paz espiritual.




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