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El Resplandor del Amor

Esa energía única, un fuego divino que nos abraza y nos guía cotidianamente en el sendero del bien. Descubre en el siguiente artículo el modo de sentir el calor de la Fe en tu interior.

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"¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!" Isaías 60:1

El Espíritu Santo nos provee vida, calidez, madurez. Lo asociamos con la felicidad, la alegría de vivir. Se relaciona con el calor del amor, que arde, que urge, que nos invita a sentir, pero también con la urgencia y con la rapidez que demanda El Señor.

También con la intensidad, lo que sucede sin más, sin calma, sin retiro ni descanso. La Fe es vida, es flora y fauna, es el despertar, es la compañía que nos da fuerzas, que si le dejamos demasiado lugar, nos puede dar la guía definitiva para poder sanar. Es el amor de Dios, su representanción más pura y directa hacia nuestro corazón.  

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"Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa." Isaías 41:10

Algunas emociones extremas como la euforia, la tristeza, la ansiedad o preocupación, el miedo, el enojo, puede asociarse con momentos particulares de nuestra vida.

Sentirnos de este modo, desbordados de emociones, puede estar asociado a ciertas actitudes frente a nuestro ser. La felicidad la asociamos al corazón, la tristeza o la melancolía a momentos  donde nos cuesta respirar quizás. La conexión resulta ser muy estrecha con nuestro cuerpo y nuestras reacciones propias.

Hay algunas maneras de conseguir un equilibrio para evitar caer en situaciones que repercuten con nuestro sendero de luz.

Si logramos tener objetivos claros y actuando en consecuencia, estaremos dándole lugar al amor del Señor. El único remedio capaz de sanar nuestro fuego interior. 

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"Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." Juan 8:12

Es momento de compartir más tiempo con el Señor. De integrarlo como una parte de tu vida cotidiana: que sea una parte importante para tí.

Esta época nos acostumbra a ser seres más individualistas, a no depender de nadie, a formar vínculos líquidos, que se deshacen de un momento a otro sin más que un mensaje de texto o un par de palabras.

Para fomentar esta unión entre ser y Dios, podremos entablar una series de espacios de conexión espiritual, desde la oración, desde la lectura recurrente de la Sagrada Palabra, acompañando a seres queridos que necesiten de nuestra ayuda, acercándonos de un modo natural y concreto al Espíritu Santo en definitiva. Tenemos las herramientas al alcance, debemos intentar tomar las riendas y darle un lugar en nuestro corazón al amor del Padre Celestial. 


"El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?" Salmo 27:1

Piensa en esas personas que te transmitan calor, calidez. Que relaciones con energía de paz y amor.Puede ser un amigo o amiga, tu pareja actual, algún familiar muy querido, o simplemente alguien que te genere esa sensación de calor, de alegría.

Ahora piensa del mismo modo en El Señor. identifica de estas personas que te agradan, que te hacen sentir bien y notarás que Dios posee las mismas cualidades y dotes que te hacen sentir tan alegre y con un amor infinito. Abraza al Espíritu Santo para poder darle la bienvenida que se merece en tus días. Claro que no olvidas al Señor, pero si logras darle esa entidad y ese lugar al igual que lo haces con dedicación con tus seres queridos, notarás realmente un cambio radical en tu espiritualidad y en tu amor propio.




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