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El Retorno a Casa

Encuentra el sendero de luz que nos ofrece una rica conexión espiritual. 

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“La bendición del Señor es la que enriquece, y El no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22

La oración es un acto sagrado que nos permite conectarnos con nuestro Padre Celestial y el Espíritu Santo.

Es una práctica diaria que nos ayuda a mantenernos cerca de Dios, pero muchas veces olvidamos que también podemos expresar nuestra gratitud y estar atentos a su presencia en nuestras vidas.

En una época en la que las preocupaciones cotidianas y la información masiva nos distraen de lo esencial, es importante recordar nuestra condición de hijos de Dios.

Debemos reconciliarnos con nosotros mismos, darnos tiempo para comprender que Él es la fuente de todas las bendiciones, de todo lo bueno y de nuestras superaciones personales.

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“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” Jeremías 29:11

Cuando dejamos pasar la oportunidad de hablar con el Señor, de comulgar con Él, nos alejamos de nuestra verdadera misión en la vida. El mundo moderno nos impone presiones e influencias que nos distraen de nuestro anhelo más profundo, que es servir al propósito que Dios nos ha propiciado.

Por eso, es fundamental aminorar la velocidad en la cual nos vemos envueltos, buscar el equilibrio que nos permita comprender que Dios está a nuestro lado en todo momento y que, detrás de todas las bendiciones que recibimos a diario, está su mano extendida para que lo recibamos en nuestro corazón con fe y humildad.

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“Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.” 2 Corintios 9:7

Caminar junto al Señor implica compromiso y salvación, es un sendero que debemos honrar responsablemente. Dios tiene buenos planes para nosotros, nos conoce a la perfección y nos invita a buscarlo y conocerlo constantemente.

Si bien los planes del Altísimo pueden no ser lo que esperábamos, debemos comprender que sus tiempos son perfectos y que su plan es lo mejor para nuestro crecimiento y superación.

La fe se sostiene en la certeza de que Dios trabaja para el bien de todo su pueblo. Él nos ha bendecido con talentos y dones que debemos desarrollar para cumplir sus propósitos en la tierra.

Debemos crecer en Cristo para reconocer y entregar esas bendiciones con alegría a nuestros hermanos. De igual manera, nuestro Padre Celestial hablará a través de los dones de otros para llegar a nuestro corazón.


“para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Mateo 5:45

Es fundamental comunicarnos con Dios para reflexionar y desde su perfecta sabiduría lograr que nuestras ofrendas sean entregadas con gozo y corazón dispuesto.

Debemos considerar nuestras elecciones bajo la luz y guía de Dios todopoderoso y preguntarle si esa es su voluntad para nosotros.

Nuestra mayor bendición es ser hijos de Dios, debemos estar agradecidos por ello y buscar la manera de demostrarle nuestro amor y devoción en todo momento. La oración nos ayuda a mantenernos en sintonía con la gratitud, agradecer por lo que tenemos y lo que Él nos da cada día.

Por último resulta importante entender que la oración es más que solo pedir cosas materiales, es un momento de conexión con nuestro Padre Celestial, de agradecimiento y de escucha activa de su voluntad.

A través de ella podemos encontrar respuestas a nuestras dudas y sentir su presencia en nuestras vidas.




Versículo diario:


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