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¿Cuántas veces nos detenemos a meditar las consecuencias de nuestras acciones en el día a día? Reflexiona con estas palabras que te enviamos.
En muchos aspectos de lo cotidiano, pareciera que en el otro no vemos a un hermano o una hermana. No sentimos necesario cuestionar si ese gesto, o la frase con la que finalizamos una conversación, puede herir a esa persona que está frente a nosotros. Nunca debemos olvidar que “…el éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada” Eclesiastés 10:8-10 (Nueva Versión Internacional). Un simple “gracias” puede cambiar la realidad.
Nuestra cotidianeidad, la realidad que nos rodea, muchas veces condiciona nuestras conductas. Dichas situaciones difíciles nos llevan a sentirnos tentados en seguir repitiendo ciertas conductas que generan arrepentimiento. Siempre tenemos que intentar recordar que Jesús tiene por guía al amor y al Espíritu Santo. Todos pasamos momentos en la vida en los que nos encontramos abrumados, perdidos, momentos en los que no pensamos en el prójimo. Sin embargo Dios dijo en su palabra “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.” 1 Corintios 13:4-5 (Nueva versión Internacional). Pensar en el otro, refleja en nuestros corazones la Fe. La esperanza de poder seguir adelante, sin esperar nada a cambio.
Tenemos que ser libres de poder rodearnos de buenos amigos y amigas. Hermanos y Hermanas que nos acompañan a diario en este camino de la vida. “¿Tenemos amistades que nos motiven a buscar a Dios? Dicho reflejo se manifiesta en esa briza de libertad y para esto, debemos entender que nuestro Padre conduce a otros hermanos en la fe por nuestro camino.
Ahora bien, te preguntarás entonces si actualmente obras desde el bien. Si posees esa claridad para tomar decisiones que nos guíen en la Fe. Si hoy y ahora, tienes esa Iluminación para que en tu hogar, en tu lugar de trabajo, entre tus compañeros, en toda la jornada diaria, puedas emprender una vida por el camino de Jesús. Estas respuestas podrán salir a la luz siempre y cuando seas sincero contigo mismo. Puedes tomarte unos momentos para conversar en tu intimidad y orarle a nuestro Señor. En reiteradas ocasiones, acudimos a nuestro Padre para solicitarle respuestas.
Pedimos sanación, guía espiritual, una señal que nos indique si estamos por el camino correcto. Si la decisión que vamos a tomar es la que nos guíe hacia la luz. La única respuesta radica en la entrega al Señor. Ese es el único y verdadero destino. Él nos guiará en las decisiones porque “Dios no permite que un desafío llegue a tu vida a menos que tenga un propósito divino detrás de ello”. Vivamos nuestra vida como un desafío cotidiano. El desafío constante que vale la pena aceptarlo. No importa lo que suceda. No te desmayes ni te desalientes. Retoma tus fuerzas y por sobre todo, recoge los cimientos de tu esperanza, la única con la que debemos de encomendarnos a Jesús. Como él hizo con nosotros.
“Gracias Padre Celestial porque puedo compartir las pruebas de Tú amor, y guiar a mis seres queridos y amigos para que Te conozcan y encuentren Tu amor y Tu ayuda para solucionar cualquier problema o enfermedad que estén pasando. En el nombre de Cristo, amén“. 2 Reyes 5:1-3