Si nos mantenemos en el sendero del amor, la esperanza, la paciencia y la Fe estaremos a salvo. Conoce en el siguiente artículo cómo seguir en este camino.

“Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.” 1 Juan 4:11

La manera más eficiente de sentirnos muy cerca de Dios no es una receta mágica ni tampoco un remedio inalcanzable.

La comunión fraternal entre hermanos y hermanas en la Fe se construye diariamente, abonando la compasión y la misericordia por nuestros seres queridos.

Vivir en una comunidad repleta de personas que se preocupan por el prójimo y por las necesidades de cada miembro, nos dará un claro ejemplo de lo que El Señor y su hijo Jesús anhelaron para cada uno de nosotros y nosotras.

Este llamado nos invita a lograr una profunda relación con el Espíritu Santo, intentando incorporar a cada paso y en cada decisión un destino de amor y respeto.

“Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto”. Colosenses 3:14

Puede resultar algo complicado a veces convivir y estar equilibrando nuestras necesidades con las necesidades de la comunidad o de los seres que nos rodean y necesitan ayuda en la vida.

Debemos intentar construir puentes de respeto. Debemos ofrecer nuestros corazones abiertos y nuestra mente dispuesta para ser instrumentos de sanación del Padre Celestial.

Si logramos acercarnos a Dios con Paz y Armonia, tendremos una claridad superior a la hora de abordar escenarios donde se nos ponga a prueba.

La obra de Dios estará asegurada si podemos intentar acercarnos con buenas acciones y con predisposición a transformar las realidades actuales hacia un destino de Fe y de Gloria Celestial.

“Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito.” 1 Corintios 1:10

Si logramos superar y desviar el foco en cada uno de nosotros y nosotras, estaremos alzando un espíritu repleto de paciencia y comprensión por aquellas personas que están más necesitadas.

Se puede tratar de alguien que no conocemos. También podemos estar presentes para ciertos familiares, seres queridos, amigos o amigas que necesitan de nuestra ayuda. De nuestro oído o de una mano para poder salir adelante.

Este será un ejemplo de Fe, de amor mutuo hacia Dios y hacia quienes nos rodeen.

¿Te sientes con ganas de poder aportar tu ayuda para quien lo requiera? 

Nuestra mirada o nuestras maneras de ayudarnos unos con otros, será la clave como instrumentos de sanación. El Padre Celestial concibió a cada hijo e hija para que realmente comprenda su rol en su Plan Divino.

"Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil." Isaías 40:29

Para alcanzar esta meta, podemos pensar en un plan a corto o mediano plazo. 

Poder reconocer las oportunidades de cambio y evolución espiritual que nos ofrece Dios en cada día, es la clave de abordar y aprovechar cada paso en nuestra formación como personas.

El Padre Celestial estará acompañándonos a cada paso. En oración podemos agracer y acercarnos con el corazón dispuesto a recibir sus bendiciones.

Se manifestará su eterna sabiduría con cada persona y cada evento que nos provea de una posibilidad de conectar con la Fe.

Desde la Fe, caminando con ella como escudo, sabemos que la vida estará asegurada en un sendero de iluminación.

Sigamos en este camino que nos transformará en seres de luz y de amor.