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Cuando experimentamos la necesidad de fortalecer nuestra alma, el Creador se manifiesta para guiar a cada alma luminosa. Aprende el camino para conectar con el Espíritu Divino en este instante mediante la lectura de este artículo.
“Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos nosotros curados.” Isaías 53:5
Durante periodos de confusión, sufrimiento o desánimo, resulta esencial vincularnos con mayor intensidad al Espíritu Divino. A través de este escrito, exploraremos realidades singulares que nos auxiliarán en la recuperación.
El Todopoderoso restaura de formas imprevisibles y previsibles. Frecuentemente, se revela cómo el Altísimo efectúa su restauración mediante individuos que han transitado al "más allá" y han vuelto. Inclusive un organismo afectado por una enfermedad grave puede ser liberado si el Creador lo determina. Es vital tener presente que para el Eterno, no existe lo inalcanzable y que Él asegura la existencia perpetua.
Existen numerosos ejemplos que demuestran que si el Supremo desea que una persona retorne, o si todavía no ha llegado su momento de marchar, puede vencer cualquier obstáculo material. Esta garantía se halla en los dos pactos, la comunidad eclesial promueve la súplica para convocar esta intervención celestial.
“Jesús le dijo: —Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.” Marcos 5:34
¿Cuántas ocasiones hemos percibido la urgencia de una transformación radical en nuestra existencia, pero la postergamos al suponer que ya ha pasado el tiempo oportuno? Creemos que, a causa de elecciones erróneas o fallos cometidos, ya no resulta viable modificar y observamos nuestras aspiraciones cada vez más distantes e inabordables.
Por ello, es crucial revitalizar de manera continua nuestra expectativa y captar que jamás resulta tardío para lograr la magnificencia del Supremo. Poseemos el honor de contar con su afecto ilimitado y su respaldo que nos impulsa hacia el porvenir que siempre hemos anhelado.
La súplica representa un instrumento formidable en el trayecto de la restauración. Nos otorga la posibilidad de aproximarnos al Supremo y depositar en Él nuestra seguridad. Debemos invocar con convicción y autenticidad, reconociendo que el Eterno atiende y contesta a nuestras peticiones. La invocación no solo nos aproxima al Creador, sino que además nos auxilia a poseer una inteligencia más nítida y un alma más receptiva para acoger su cariño y su liberación,
“La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.” Santiago 5:15
En ciertas situaciones, nos sentimos agobiados, irritados e inconformes sin comprender el motivo. Algo en nuestro interior nos roba la serenidad y el gozo, pero no logramos detectar su fuente. Estas emociones perturbadoras pueden surgir de propósitos que establecimos en algún instante y que descartamos al juzgarlos irrealizables.
Esta irritación no se evapora por encanto, permanece en nuestra esencia y, sin percatarnos, puede conducirnos a experimentar amargura y melancolía. Por esa razón, es fundamental restablecer nuestra armonía y valoración personal mediante la invocación, revitalizando nuestra confianza en el Mesías y disipando la inquietud que nos impacta, aclarando la niebla que nos obstruye la visión del término del sendero.
“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.” Hebreos 11:1
La confianza en el Altísimo también resulta indispensable en el trayecto de la restauración. Debemos mantener convicción en su compromiso de liberación y en su capacidad para concretarlo. La confianza nos proporciona la certidumbre de que el Supremo nos acompaña y nos auxilia a vencer las dificultades. Adicionalmente, la confianza nos entrega la perspectiva de un mañana superior y nos confiere la vitalidad requerida para avanzar, aun en las circunstancias más arduas.
Es relevante considerar que la liberación no se produce de inmediato. En ocasiones, demanda duración y exige tolerancia y tenacidad. Sin embargo, si depositamos nuestra seguridad en el Eterno y persistimos en la invocación y en la confianza, podemos tener la certeza de que Él nos liberará, ya sea en lo corporal o en lo interior.
Para profundizar en esta renovación espiritual, reflexionemos sobre cómo el Creador opera en la cotidianidad. En la narrativa bíblica, observamos que el Supremo no solo interviene en eventos grandiosos, sino en los detalles mínimos de la vida diaria.
Jesús ilustra cómo una semilla diminuta puede crecer hasta convertirse en un árbol robusto, simbolizando el progreso gradual de nuestra alma bajo su cuidado. Esta metáfora nos invita a cultivar la paciencia, sabiendo que cada paso, por pequeño que parezca, contribuye a la plenitud que Él ha diseñado para nosotros.