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La Paz que Equilibra Nuestro Camino

Por ciertos momentos notamos que nuestro rumbo cambia o se debilita. Explora el siguiente artículo y aprende a equilibrar tu ser ahora mismo.

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"El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz." Números 6:24-26

Parte del espectro de emociones y sensaciones que poseemos en nuestro interior puede contener ira, nervios y enojo.

El enojo es una emoción que surge cuando algo no funciona como nosotros pensamos que debería funcionar o lo habíamos planeado. Puede manifestarse ante una provocación, o ante un escenario imprevisto. Puede aparecer como una reacción impulsiva, que nos cuesta controlar. El Señor nos muestra siempre con ejemplos que lo mejor siempre es intentar mantener la calma, tratar con respeto y amor al prójimo y a todas las personas que nos rodean.

Con esta premisa y esta base, cada vez que nos enfrentemos a este tipo de situaciones o escenarios que disparen estas sensaciones negativas, recordemos y retomemos una plegaria como alarma mental que nos haga realmente sentir dónde nos encontramos.

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"En efecto, «el que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.»" 1 Pedro 3:10-11

El enojo surge de una función básica e instintiva de las personas, que tiene por fin responder ante una amenaza. El no poder manejar el enojo correctamente no solo afecta las relaciones sociales y personales, sino que también se generan consecuencias dañinas para la espiritualidad. 

Esta barrera mental que generamos sin control muchas veces puede condicionar nuestra conexión con el Espíritu Santo. No lograremos profundizar nuestra relación con Dios si nos mantenemos con la "guardia" en alto.

La actitud de por sí, ya genera rechazo. Si puede percibir desde un niño o una niña con estas conductas, hasta personas mayores que muchas veces no logran llevar adelante una tarea rutinaria en sus casas.

Pueden ser muchos los ejemplos cotidianos que nos hagan explotar en ira. Por esta razón es que debemos tener auto control. Podemos generar medidas de contención y hasta de prevención para no pasar por situaciones desagradables. ¿Sabes que el Espíritu Santo es un camino de paz para remediar este problema?

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"El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío»." Salmo 91:1-2

Te podrás dar cuenta que este tipo de ejercicio de contención emocional tiene mucho para enseñarte acerca de cómo lidiar con el resto de las personas. Te ayudará a determinar cómo te conectas con tus seres queridos, de cómo reaccionas ante imprevistos, de las actitudes que te molestan y no puedes dejar pasar.

Tómate tu tiempo, actúa con calma y siempre pensando en cómo sería la reacción de nuestro Padre Celestial ante un imprevisto de estas características. Ponte en los pies de la otra persona, intenta explorar puntos de solución y de escucha empatica para poder salir adelante de este aprieto que genera el enojo.

Si te sucede a tí, puedes acudir a los ejemplos que existen en la Biblia. También puedes acudir en ayuda a tus amigos y amigas, tus familiares que más te conocen, seguramente ya te han visto en estos momentos extremos y pueden ayudarte. 


"El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!" Salmo 138:8

Hoy aprenderás algunas formas para controlar el enojo y así cuidar tu salud física y espiritual. Hay algunas técnicas que pueden ayudarte a controlar tus impulsos de ira. En primer lugar, está la famosa regla de los 10 segundos.

Cuando te encuentres en el momento de mayor tensión, tómate un tiempo para responder. No hables sin pensar, ya que de tu boca pueden salir palabras hirientes que tengan consecuencias negativas y que vayan en contra del respeto por Dios.

Respira profundo, si es necesario retírate por unos segundos y vuelve con una respuesta menos visceral y más racional frente al conflicto.

En segundo lugar, la respiración y la oración es fundamental. Respira conscientemente, relaja los músculos, realiza algún rezo o recuerda en tu memoria algún versículo de las Sagradas Escrituras que te haga alinearte con tu Fe.

Por último, habla con El Señor. Nuestro Salvador no te juzgará jamás. Podras compartir tus propias experiencias y frustraciones en oración y automáticamente sentirás la liberación de esa energía negativa. La clave de todo radica en aprender a perdonar.  Como lo hizo Jesús y como nos enseñó en la cruz.




Versículo diario:


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