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La energía vital y necesaria para poder dar ese paso se encuentra más cerca de lo que crees.
"Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.” Salmo 100:4
Siempre que encendemos una vela nos quedamos hipnotizados observando el fuego y el movimiento de oscilación producido por el viento en la llama. Dentro de este mecanismo de combustión y atracción, depositamos la esperanza de que en su luz podremos tener refugio o un presente sanador que nos penetre y nos deje descansar por un breve instante. Brevemente finalizará y se consumirá, llegando ese momento en el que deberemos cuestionarnos si pudimos aprovechar su iluminación y calor para reconectarnos con nuestro ser y con el Espíritu Santo. El residuo que deja el consumo del fuego en la vela es una prueba de cómo avanza el tiempo en nuestra vida, generando una hermosa analogía sobre el fuego interior y lo que dejamos caer.
"Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación.” - Santiago 1:17
Así como en la luz de las velas depositamos Fe y esperanza, una puerta puede resultar una oportunidad de cambio o de ingreso a un nuevo lugar (o lugar ya conocido y anhelado). Resulta el ingreso a este nuevo o conocido lugar lo que nos posibilita tomar esa decisión de “hacerlo o no hacerlo”. No sólo la decisión del ingreso es importante destacar, sino también el hecho de quedarnos en ese lugar al que deseamos ingresar. El ingreso y uso de la puerta nos recuerda el hecho y el sentido que se le da al deseo de alcanzar o lograr una meta.
¿Podremos imponernos a la Fe como un objetivo? No resultaría para nada placentero tomarlo como una obligación o un mérito. El Espíritu Santo se valora y se siente desde un sentido de Fe y de devoción hacia nuestro Padre. No servirá en lo absoluto querer demostrar nuestro compromiso con Jesús contabilizando la cantidad de horas que concurrimos a misa u oramos.
"He aquí, hoy me voy por el camino de toda la tierra, y vosotros sabéis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma que ninguna de las buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios habló acerca de vosotros ha faltado; todas os han sido cumplidas, ninguna de ellas ha faltado. Y sucederá que así como han venido sobre vosotros todas las buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios os habló, de la misma manera el SEÑOR traerá sobre vosotros toda amenaza, hasta que os haya destruido de sobre esta buena tierra que el SEÑOR vuestro Dios os ha dado.” - Josué 23:14-15
Permanecer en el camino del Señor vislumbrando su grandeza y su Gloria es el premio que debemos abrazar por tener la oportunidad de enriquecer nuestras vidas por el Espíritu Santo.
Ingresar en el reino de Dios nos elevará a niveles infinitos dentro de la Fe, de crecimiento interior y de confianza absoluta en la acción y el sacrificio de Jesús. Su presencia nos dará calma para abordar los problemas y vicisitudes que se presenten en lo cotidiano, además de contar con la iluminación en nuestros corazones. Agradecer y comprender a los otros confiere reconocimiento a la obra del Señor y nos permitirá ingresar con todo nuestro ser con mayor gratitud a las puertas del Cielo. No nos quedemos nunca con duda, experimentemos ese lugar y recibamos la bendición de Dios Padre.