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Podemos estar perdidos muchas veces respecto a qué camino sería mejor tomar. Consideramos todas las decisiones y consecuencias posibles, medimos el impacto que tendrían en nuestros seres queridos y vamos y volvemos sobre nuestros pensamientos. Nos encontramos confundidos y muchas veces eso nos puede generar cierta angustia o tristeza, porque no conocemos lo que vendrá. La incertidumbre puede ser una mala compañera si queremos controlarlo todo, pero debemos comprender que nuestro camino siempre estará antes delineado por Nuestro Señor y que tendrá su impronta. Esforzarnos por querer conocer hasta el último detalle, o tener la ilusión de que lo haremos sin errores o que en el transcurso no incomodaremos a alguien sería un ideal inalcanzable y eso puede frustrarnos.
Cuando estemos abrumados ante una decisión que tenemos que tomar lo más sensato va a ser tratar de encontrar la calma y entregarnos a la voluntad de Dios. Sólo Él será nuestra brújula cuando no sepamos qué sendero tomar. Nuestro Padre nos guiará con su palabra sincera frente a la toma de elecciones en la que tengamos mayor gracia y respetemos también a nuestros hermanos. Nos nos garantizará que será fácil o que no se presentarán ciertos desafíos, pero debemos confiar en su enseñanza.
