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Los momentos de la vida que quedaron en el pasado no se recuperarán. Aprende a lidiar con tu presente para construir un futuro mejor.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Mateo 9:36
¿Cuántas veces nos hemos percatado que necesitamos un cambio trascendente en nuestras vidas pero no lo afrontamos porque tenemos la impresión que es demasiado tarde para realizarlo?
Probablemente pensemos que debido a decisiones desacertadas o fallas que hemos cometido ya no es posible cambiar y vemos nuestras metas cada vez más lejos e imposibles de realizar.
Por eso es fundamental renovar constantemente nuestra Esperanza y comprender que nunca es tarde para superarnos en la Gloria de Dios.
Tenemos el privilegio de contar con Su Infinito Amor y Confianza nos perfila de manera vital y activa hacia el Futuro que siempre hemos soñado.
“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Hay instancias en las que podemos sentirnos abrumados, molestos con nosotros mismos y, de una manera u otra, frustrados sin poder encontrarle explicación o detectar el origen de nuestro malestar.
Es algo latente en nuestro interior, algo que nos quita la Paz de Espíritu y la alegría, pero no podemos discernir qué es lo que nos pasa.
Es factible que estas sensaciones incomodas tengan origen en las metas que nos hemos propuesto alguna vez y que no pudimos llevar a cabo porque las hemos abandonado por creerlas irrealizables.
Estas frustraciones no se evaporan por arte de magia. Quedan en nuestros corazones y, sin darnos cuenta, pueden llevarnos a estados de resentimiento y tristeza.
Es importante restaurar nuestro equilibrio y autoestima por intermedio de la Oración, renovando nuestra Fe en Cristo y, de esa manera, alejar la angustia que nos aqueja, despejando la bruma que no nos permite ver el final del camino.
“Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Romanos 8:37
Vivimos en un mundo complejo y repleto de exigencias. Las obligaciones cotidianas, las responsabilidades que asumimos diariamente pueden alterar el curso de nuestras metas.
Le prestamos más atención a lo inmediato y dejamos en el olvido aquello que nos habíamos fijado como superación personal, y por lo tanto en Cristo.
Es importante comprender que El Señor pretende sacar lo mejor de cada uno de nosotros, puliéndonos para que desde nuestra propia luz podamos acometer los propósitos que Él nos ha designado.
Por eso debemos atender las pruebas que se nos presenten de la mejor manera posible con la certeza de que nuestro Padre Celestial está al mando de nuestras existencias.
En el radica la fuerza necesaria para mirar al Futuro con otros ojos.
Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡Tú mantienes en alto mi cabeza! Salmos 3:3
Cuando tomamos la maravillosa decisión de caminar junto al Eterno, sabemos que la vida es un equilibrio natural entre buenos y malos momentos.
Esta condición no debe paralizarnos, al contrario, El Señor nos da sobradas pruebas que siempre estamos a tiempo para emprender el sendero que alguna vez debimos posponer.
Es de vital importancia, entonces, fortalecer nuestro Compromiso y nuestra Esperanza, aun reconociendo que en algún momento nos hemos dado por vencidos ya que contamos con la maravillosa Bendición de contar con la Confianza de Dios.
Él cree en nosotros y nos potencia con un Espíritu renovado que nos dispone, cada día, vital y positivamente para retomar ese Futuro que alguna vez dejamos en el olvido.
“Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe”. 1 Juan 5:4
Es esencial adoptar otra actitud y no permitir que nos aborde esa sensación, nociva, de que ya es tarde para comenzar de nuevo, que el tren ha pasado y que es inútil seguir intentándolo, que no es posible enmendar errores y conductas para conseguir nuestros objetivos.
Nuestra inquebrantable Fe se demuestra en hacer la Voluntad del Altísimo y cumplir los propósitos que Él nos ha designado.
No perdamos de vista que Dios es nuestro Perfecto Guía y con Él de nuestro lado, nada es imposible.