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Cuando tomamos esa maravillosa decisión de caminar junto al Señor, debemos comprender que ese camino será un equilibrio entre buenos y malos momentos.
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11
En distintos momentos de nuestras vidas, podemos llegar a sentir que ya no estamos a tiempo para realizar cambios profundos en nuestras existencias.
Esto se debe a que enumeramos y acumulamos los errores que hemos cometido, colocando en primer lugar nuestras fallas cuando intentamos ponernos de pie.
¿Cuántas veces quisimos volver el tiempo para atrás para reparar lo que hemos hecho mal? ¿Cuántas veces nos recriminamos ciertos actos que nos avergüenzan y que no podemos sacar de nuestro pensamiento?
Es necesario alejar los sentimientos de angustia y ansiedad que nos quitan la Paz de Espíritu. Cuando confiamos en la Guía del Señor, nos damos cuenta que siempre habrá tiempo para acometer los proyectos que alguna vez dejamos de lado.
“Y a Semaías también le nacieron hijos que gobernaron la casa de su padre, porque eran hombres fuertes y valientes”. 1 Crónicas 26:6
Muchas veces se nos hace cuesta arriba comprender porque nos suceden las dificultades y cuando naturalizamos que no seremos capaces de resolver dichos conflictos, perdemos la capacidad de percibir con claridad el horizonte. Nos convencemos que ya es tarde para comenzar otra vez e instalamos en nuestros corazones la errónea idea de que hemos perdido todas las oportunidades para cristalizar nuestros sueños.
En instancias de este tipo es fundamental reforzar nuestro Compromiso y nuestra Fe en Cristo y desde allí comprender que a pesar de habernos dado por vencidos en algún momento, contamos con la Presencia y la Confianza de Dios. El cree en nosotros, nos dado un propósito y nos ha Bendecido con Dones para afrontar los retos que se presenten en el camino.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13
Es muy importante, entonces, no encerrarnos en nuestras inseguridades y mantener un Espíritu receptivo para escuchar La palabra de nuestro Padre Celestial.
Ese mensaje nos puede llegar de diversas maneras: el consejo de un familiar, la sugerencia de nuestras amistades, observando el comportamiento de los niños, reconociendo las enseñanzas del Altísimo por intermedio de la naturaleza y, lo más importante, descansar en el Poder de la Oración y la lectura de las Santas Escrituras. Dios nos enseña que nunca es tarde, Bendiciéndonos con un Espíritu renovado, positivo y dispuesto a afrontar con Esperanza aquel futuro al que alguna vez renunciamos y que nos parece inalcanzable.
“Grande es nuestro Señor, y muy poderoso; su entendimiento es infinito”. Salmos 147:5
Pongamos toda nuestra predisposición en escuchar, reflexionar y comprender que Dios tiene un plan para nuestras existencias. Su Sabiduría nos libera, hace que abramos ojos ayudándonos a ver más allá de nuestras fallas pasadas y presentes.
El Señor nos Bendice cada día con una nueva oportunidad, con un sinfín de posibilidades, con la palpable posibilidad de comenzar una vez más. No nos alejemos del camino que el Eterno ha diseñado con nuestro nombre. Su Perfecto Amor, Gracia y Misericordia viven en nuestros corazones. Ninguna meta es imposible caminando junto a Dios.