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8 Versículos de la Biblia que te cambiarán la vida


Debemos poder recurrir de modo sencillo a ciertos pasajes de la Biblia que nos habiliten y nos reconecten con la Fe de un modo profundo.

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1) Reconociendo al único salvador

“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.” 2 Corintios 3:18 

 Qué misión más loable y desafiante que tenemos por delante en nuestras vidas. Desde que empezamos a escuchar y ver con nuestros ojos toda la Gloria y la bendición que tiene nuestro Padre Celestial, no queda otro camino por seguir, confiando en su palabra y en la iluminación de sus aprendizajes.

Llega a nuestras manos en el momento en el que más lo necesitamos y penetra en nuestros corazones de modo perpetuo, reviviendo la llama con la que podremos reflejar nuestros actos y acciones diarias.

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2) Superándonos gracias a la Gloria de Dios

“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

Muchas veces nos quedamos contemplando el pasado o las metas que no logramos alcanzar. O simplemente quedamos atorados en replicar o soñando un modelo de vida que llevan otras personas.

Nos quedamos angustiados sin comprender que en realidad tenemos un plan perfecto, ideado por la voluntad de nuestro Padre creador. Por eso es que tenemos que romper con nuestra zona de confort, superándonos todos los días y encomendando nuestros corazones a la Gloria y bendición de Cristo nuestro Señor.

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3) Confiando en la Palabra Santa

“El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.” Salmos 121:7-8

 Nuestro Creador estará siempre presente para cuidarnos y bendecirnos desde el reino de los Cielos. Nunca debemos dejar de confiar en su Gloria, ya que Él, siempre estará dispuesto a guiarnos y a iluminar nuestro corazón en los momentos más difíciles y también en aquellas situaciones de dificultad que nos atraviesen.



Está en cada uno de nosotros como fieles devotos del Espíritu Santo, en dejar ingresar a la Fe a nuestros hogares y a nuestras almas, ya que la luz que hemos visto en el rostro de Jesús, es la misma que se encontrará depositada para siempre en cada uno de nosotros.


4) El fruto del trabajo junto a Dios

“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.” Colosenses 3:23-24   

Si decidimos habitar en el Espíritu Santo, caminando por un camino de luz y de Fe, encomendamos para siempre y de modo ferviente nuestras plegarias hacia el Señor. No debemos anhelar ni esperar una recompensa material.

 

En este mundo repleto de modelos de carne y hueso que nos imponen reglas para poder ganar por sobre cualquier otra persona, debemos rescatarnos. Interponer ante todo los valores Cristianos, comprendiendo que estaremos en comunión viviendo eternamente con nuestro Padre y su hijo Jesús.


5) La tentación que nunca termina

¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? Marcos 8:36          

Si afirmamos que nos encontramos cerca de la luz, de brazos abiertos hacia nuestro Dios y su hijo, debemos alejarnos de todo pecado. Sin lugar a duda la avaricia nos lleva a cometer y desear situaciones en las que nunca antes habíamos estado. Jesús en la cruz, con su sangre y su vida, perdonó y purificó todos nuestros pecados.


Pero si decidimos entonces que anhelamos una vida libre de  pecados, no debemos engañarnos y caminar por un sendero de veracidad y purificación divina. De nada sirve acumular y derrochar energía ni tiempo con objetos efímeros y carentes de valor. El Espíritu Santo es el único tesoro que debemos añorar.



6) Manteniéndonos firmes junto a Jesús

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

Del mismo modo que iniciamos nuestro camino de Fe con los aprendizajes de las sagradas escrituras, los testimonios y relatos de antepasados que nos criaron, lograremos continuar por el sendero del Espíritu Santo hacia el templo celestial.

Ese es el destino de vida que nos depara a hermanos y hermanas que en comunión buscamos reparo en la oración dedicada al Santo Padre y a su hijo Jesucristo. Cumpliendo los mandamientos, acudiendo a su bendición, Dios renovará los votos de nuestros corazones, sin dejarnos tropezar con la tentación ni el mal.


7) Las bondades del perdón

si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. 2ª Crónicas 7:14           

No hay promesa que no sea cumplida por nuestro Señor. Sólo debemos reconocernos pecadores, ya que somos humanos y débiles, pero no por eso debemos dejar de seguir amando y orando por la restauración de nuestra Fe. El milagro realizado por Jesús en la cruz, nos da el ejemplo de los sacrificios que tendremos que hacer en vida para poder continuar sin abandonar la búsqueda de verdad, justicia, redención y amor.


Abonar nuestra espiritualidad será una tarea sencilla comparada con la de mantenernos alejados de las tinieblas del pecado, comprendiendo que amando a nuestros hermanos, permaneceremos siempre sin caer en la tentación.


8) Reparando en cuerpo y alma

“Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor.” Hechos 3:19

 No debemos dejar pasar más tiempo. No tenemos que atormentarnos ni sufrir más. El primer paso es reconocer que pecamos y que cometimos un error. Siempre seremos perdonados en el nombre de Jesús, ya que conocemos su Gracia y reconocemos en Él todo el amor y la paz que necesarios para seguir en el camino del Espíritu Santo.

Sin necesidad de realizar sacrificios ni ofrendas materiales, sólo debemos ofrecer nuestro corazón, agradecer en oración y obrar desde el bien, como buenos Cristianos, para alcanzar en el reino de los cielos, la vida eterna junto a nuestro Señor.




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