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Aceptando las Consecuencias del Camino

Las decisiones y nuestros anhelos personales nos llevan a lugares muchas veces que no conocíamos. Aprende con el siguiente artículo a continuar tu camino de aprendizaje y sanación junto al Señor.

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“Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el Señor cumpla la promesa que me hizo, diciendo: ``Si tus hijos guardan su camino andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel." 1 Reyes 2:3-4

En la vida, muchos anhelamos alcanzar metas profesionales, formar una familia, tener hijos y asegurarnos de brindarles todo el apoyo para que sigan nuestros pasos. Estos ideales son loables, pero es vital reconocer que existe una actitud más profunda e integral que puede enriquecer nuestra existencia: vivir alineados y nutridos por el Espíritu Santo. Si deseamos una vida fructífera en la Fe, debemos priorizar nuestra relación con Jesús.

La transformación que experimentamos a través de nuestro encuentro con el Señor dejará una huella clara y diferenciadora en nuestra descendencia. Las futuras generaciones serán bendecidas con el legado de una fe arraigada en sus corazones, que perdurará hasta el día en que sean recibidas en las puertas del Cielo.

No se trata de seguir al pie de la letra los pasos exactos de Jesús, sino de basar nuestras acciones en el mismo principio de Fe que Él encarnó, para poder conectarnos con nuestro Padre Celestial.

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"Antes de la fiesta de la pascua, Jesús sabía que su hora había llegado para pasar de este mundo y volver al Padre. A los suyos que estaban en el mundo los había amado siempre, y los amó hasta el fín." Juán 13:1.

En este mundo lleno de tentaciones y sufrimientos, debemos entender nuestro lugar y nuestro propósito. Desde pequeños, tendemos a repetir lo que escuchamos y lo que hacen nuestros padres, ancianos o maestros. Cómo sería hermoso si pudiéramos repetir lo que hizo y dijo nuestro Padre Celestial.

Imaginemos qué sencillo sería si lo tuviéramos a nuestro lado todos los días, ¿no es así? Pero lo más extraordinario es que podemos escucharlo y verlo actuar a través de la Palabra y las obras de Jesucristo. "¿No creen que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo les hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras."

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“El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Hebreos13:20-21

El gran desafío como hermanos y hermanas en la Fe es aprender a emprender nuestros caminos apoyándonos en la Fe. Tanto Dios Padre como Jesucristo llevaron a cabo sus destinos en total comunión. Impregnados de esperanza y guiados por el Espíritu Santo, contaban con una seguridad y una bondad únicas. Viviendo y difundiendo la Palabra divina, Jesucristo cumplió con su misión: encomendado por Dios Padre, vino a vivir nuevamente entre nosotros.

Responder al llamado del Señor y seguir su camino nunca ha sido una tarea fácil. Sin embargo, a lo largo de nuestras vidas, hemos cosechado testimonios de las maravillosas bendiciones que nos han sido otorgadas en este sendero. Hemos constatado que junto a Dios no hay nada imposible.

El secreto radica en nuestra comunicación con Él a través de la oración, pero para llegar a ese punto, primero debemos aceptar el camino que se presenta ante nosotros, pues esa es la forma de aceptar su llamado.


“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Mateo 16:24-26

Al aceptar el llamado del Señor, también aceptamos la naturaleza del recorrido. A veces, será cuesta arriba, pero en cada paso del camino, contaremos con la fuente infinita de amor que acudirá a restaurar la calma en tiempos de angustia, fatiga, rabia o desilusión.

Siempre podemos confiar en que Dios nos proveerá la fuerza para sobrellevar las cargas más pesadas. Podemos confiar en Él, porque siempre nos sorprenderá actuando con su mano restauradora en los momentos más difíciles e inesperados.

La Fe y la esperanza nos guían en nuestro recorrido hacia la plenitud y la cercanía con nuestro Padre Celestial. Al nutrirnos del Espíritu Santo y seguir el ejemplo de Jesús, forjamos un camino de amor y luz que trascenderá a través de las generaciones, dejando una herencia de fe en el corazón de nuestros descendientes. Así, cada día, alineados con la voluntad divina, podemos avanzar con confianza y esperanza, sabiendo que en cada paso, Dios está a nuestro lado. ¡Que su amor nos guíe y nos sostenga siempre!




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