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Aguardando Pacientemente esa Energía de Renovación

Atraer energías de cambio y de transformación requieren de nuestra parte también una predisposición diferente. Explora el siguiente artículo para determinar cómo te encuentras hoy frente a esa fuente de innovación.

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“Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” Mateo 17:19-21

Si deseamos realizar algún tipo de cambio en nuestras vidas, atrayendo energías positivas, de cambio y de renovación para nuestro espíritu, debemos comenzar por nuestros pensamientos y decisiones. 

En nuestro día a día, el Señor nos involucra en situaciones y nos permite conocer personas que nos muestran un poco qué hacer o proceder. Si continuamos por el sendero de la luz y la iluminación del Espíritu Santo, podremos alimentar y dar una ofrenda de Paz al Padre, ya que seguiremos sus pasos.

Pero si por lo contrario no damos un ejemplo de amor, de comprensión e ignoramos estas pruebas y señales que nos envía el Salvador, estaremos deambulando en las sombras, con ceguera y desinterés por lo que realmente nutre nuestra vida.

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“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” Mateo 6:22

Debemos estar muy conscientes de cómo influye en nuestros actos la manera en la que nos vemos a nosotros mismos, nuestro propio concepto.

Cada uno de nosotros posee una imagen de sí mismo que se ha forjado en el tiempo con cada una de las experiencias que ha vivido.

Algunos poseen una imagen negativa y se recriminan las acciones que han llevado a cabo o bien sus respuestas ante una determinada circunstancia: piensan incluso que siempre están equivocados. Otros, por su parte, aprenden de los errores y tratan de convertir cada situación en una oportunidad para crecer.

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«Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» Jeremías 17:7-9

Lo que muchos pasan por alto es que la imagen de nosotros que tengamos, determinará el tipo de camino que debamos enfrentar.

Entonces deberemos tratar de contestarnos cómo alcanzar una meta para la que pensamos que no estamos capacitados; o bien cómo crecer y llegar a nuestro máximo potencial si la imagen que tenemos de nosotros mismos nos limita desde el comienzo.

La vida en el camino del Señor nos llama a convertir nuestras tinieblas en luz bajo la guía de Dios; transformar todo lo negativo que nos incomoda en senderos para mejorar; atravesar de la mano del Señor esos obstáculos que nos limitan para alcanzar la excelencia en todas las áreas de nuestra vida; dando más, sirviendo más, entregando afecto en acciones y palabras a aquellos que nos rodean, sirviendo con humildad a Dios.


"Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo" Santiago 3:2

Cuando empecemos a transformar nuestras tinieblas en luz, empezaremos a observar las maravillosas bendiciones de Dios surgiendo en cada uno de nosotros.

 Al tomar la maravillosa decisión de caminar junto al Señor y respaldar nuestra Fe con palabras que reflejen la presencia del Altísimo en nuestra existencia, demostramos fehacientemente la maduración de Fe y Espíritu que logramos en Dios Padre.

Cuando somos capaces de controlar lo que decimos, refrenando la impulsividad de ofender o de tomar revancha con nuestra palabra, también estamos cuidando a los que nos rodean a la vez que, con nuestro accionar, honramos la Gloria de Dios.




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