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La satisfacción que genera reencontrarse con la certeza y la seguridad de haber tomado una buena decisión en la vida nos hace más fuertes. Reconoce al momento cuándo tu camino está siendo iluminado por las bondades del Señor.
“Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24
Existen personas que por uno u otro motivo se han alejado
del camino de Dios. Cuando hablamos de encontrase alejado de Dios, no
necesariamente nos referimos a que hayan dejado de ir al templo o hayan dejado de servir, porque podemos hacer
esas cosas y otras y aún así estar alejados de Dios.
Tal vez un buen
ejercicio sea recordar cuando Dios nos llamó: Nos encontrábamos perdidos por el
mundo, sin encontrar un sentido verdadero a tu vida, tratando de llenar un
vacío en nuestro corazón con diferentes cosas y nada podía satisfacer esa necesidad que existía
en nosotros.
El día que le entregamos nuestra vida a Dios, se produjo en nosotros un milagro sorprendente, Dios comenzó a transformarnos, sin necesidad de que nos obligaran, pusimos todo de nuestra parte, cada cosa nueva era como pan caliente para nosotros, nos alimentábamos y buscábamos más, adorábamos a Dios derramando toda nuestra vida a sus pies, escuchábamos su Palabra con una disposición tan grande que sabíamos que Dios nos estaba hablando directamente a nosotros.
“Por lo tanto, mis
queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en
la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Corintios 15:58
Por fin habíamos
encontrado lo que tanto buscábamos, habíamos encontrado en Dios todo lo que nos
hacía falta, nos sentíamos plenamente completos y felices, como consecuencia de
nuestro gran amor por Dios y nuestro enorme agradecimiento hacia Él, comenzamos
a servir y descubrir capacidades y talentos que ni sabíamos que teníamos, pero
que Dios sí lo sabía porque Él mismo los había colocado en nuestras vidas.
De pronto algo
pasó, comenzamos a descuidar poco a poco aquello que nos mantenía firmes, ya no
orábamos tanto como antes, leer la Palabra de Dios ya no era una prioridad, comenzamos a
cambiar los hábitos espirituales que habíamos forjado por otros que realmente
no nos edificaban y poco a poco nos fuimos alejando de Dios.
Una de las claves especiales para volver a comenzar y hacerlo de una forma efectiva es ser humilde, y la humildad tiene que ver con el reconocimiento de nuestras fallas y de nuestra enorme necesidad de Dios.
“Y ahora, Israel,
¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus
caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que
cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te
vaya bien.” Deuteronomio 10:12-13
Dios nunca nos
rechazará, Dios jamás nos dará la espalda, Dios nunca se olvidara de nosotros,
al contrario, hoy Él está buscándonos, esta llamándonos, está intentando una
vez más hacernos entender la enorme necesidad que hay de Él en nosotros, por
esa razón debemos estar seguros que su amor hacia nosotros es tan grande que aún a pesar de
nuestros errores Él siempre busca restaurarnos y hacer de nosotros aquel hombre
o aquella mujer que Él prometió.
Ten por seguro que Dios hoy comenzará algo maravilloso en tu vida, ahora preocupémonos por que esto no sólo sea una emoción del momento: Busquemos cada día el momento con Dios; forjemos una vida devocional; leamos la Palabra, llenémonos del Señor, pero por sobre todo, amemos a Dios sobre todas las cosas, que nuestra mente esté llena del Señor, que cada día Dios sea el centro de todo lo que hacemos y entonces, ¡Todo nos será mas fácil!