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Buscando Inspiración en el Pasado

El pasado, las amistades, nuestros seres queridos y todo aquello que le de condimento y valor a tu vida, debe estar presente en la construcción de tu futuro. Descubre qué tesoros están presentes en tu corazón.

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“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Dijiste, oh alma mía, á Jehová: Tú eres el Señor: Mi bien á ti no aprovecha; Sino á los santos que están en la tierra, Y á los íntegros: toda mi afición en ellos.” Salmos 16:1-3

Cuando realizamos alguna visita a la casa de amigos de la familia a quienes no veíamos hacía algún tiempo, siempre nos trae la oportunidad de rememorar recuerdos o emociones del pasado.

Poder recordar momentos vividos en una casa del pasado, donde reinaba un hermoso clima de fraternidad y armonía nos hace dar un cariño al corazón.

Pero al encontrarnos hoy en día con esas amistades, en la actualidad, con sus vidas armadas y muy distintas a lo que habían sido en el pasado, lo que podemos recordar de esas vidas, nos hace meditar un poco.

No debemos ponernos mal ni confundir el valor puro de nuestra amistad. Seguramente haya cosas del pasado que no reconozcamos hoy día, pero otro lazo permanece uniéndonos.

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“Se multiplicaron los dolores de aquellos que sirven diligentes á otro dios: No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres. Jehová es la porción de mi parte y de mi copa; Tú sustentarás mi suerte.” Salmos 16:4-5

Debemos comprender que durante algún momento de nuestras vidas pudimos haber optado por pasar tiempo con ciertas personas. Por otro lado, también debemos recordar que algunos gustos y anhelos del pasado, no deben mantenerse contantes ni tan prensetes ahora mismo.

Suceden con los familiares y amistades: muchas veces tenemos un recuerdo vívido de algo, pero hoy, al momento de acudir a alguna persona particular, no sentimos esa misma entrega, esa misma energía de compañerismo.

Muchas veces todos podemos mostrar dos caras de una misma realidad. Por ejemplo, en público, la mayoría de las personas parecen felices y confiadas. Pero, en el fondo, muchas se sienten vacías. En realidad, se puede estar en medio de una gran multitud y sentirse solo.

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“Aceptad al que es débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones.” - Romanos 14:1 

Es importante entonces que podamos ofrecer una espacio de diálogo con esta amistad o ser querido que veamos en alguna situación de necesidad. Sentarse a recordar esos buenos momentos nos permitirá acercarnos de un modo único.

Poder saber qué le sucede a esa persona nos permitirá comprender porqué ese pasado ya no refleja nuestro presente.

Debemos comprender que algunas personas no pueden sentirse satisfechas hasta experimentan el amor transformador e incondicional del Señor, ya que Dios desea que siempre sientas de cerca su presencia.

Hay una razón que explica la sensación de vacío en la vida: Dios creó al hombre con un anhelo que solo Él puede satisfacer. La persona no puede sentirse satisfecha hasta experimentar el amor transformador e incondicional del Señor, ya que Dios desea que nos sintamos completos; lo cual sólo se logra por medio de una relación con Él.


“Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré á Jehová que me aconseja: Aun en las noches me enseñan mis riñones.” Salmos 16:6-7

No obstante, una persona creyente puede sentirse vacía. A veces es el resultado de la desobediencia; un ligero desvío en nuestro caminar con el Señor puede convertirse después en un estilo de vida.

También es posible que un creyente viva conforme a la Palabra de Dios, pero no haya rendido totalmente sus deseos a Dios. Por ejemplo, muchos hijos de Dios tratan de llenar su vacío con riquezas, éxitos o relaciones, pero cuando a esos deseos se les da mayor prioridad que al Señor, se convierten en una forma de idolatría.

Solamente cuando buscamos a Dios por encima de todo lo demás, podemos vivir en plenitud. Oremos entonces pidiendo que Él nos dé su dirección para escuchar nuestro corazón. Es nuestro deber confesarle cualquier pecado o idolatría, y pedirle que llene nuestra vida como solo Él puede hacerlo.




Versículo diario:


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