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Buscando un Equilibrio Cotidiano

Para alcanzar la paz interior y la armonía espiritual debemos mantenernos por la senda de la luz. Navega por el siguiente artículo para profundizar en tu autoconocimiento.

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“El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza.” Salmos 34:18

La paz es tener la convicción y la seguridad de que hemos entregado el control de nuestras vidas al Señor. Al depositar nuestra fe en Él, obtenemos paz en medio de los conflictos de la vida.

Recordemos que la voluntad del Señor es siempre perfecta y, por lo tanto, debemos cambiar nuestra ansiedad por compromiso y fe en nuestro Padre celestial.

Cuando comprendemos plenamente lo que significa ser hijos de Dios, podemos mantenernos equilibrados y no caer en la desesperación. No debemos sentirnos avergonzados de entregar nuestras cargas más pesadas y nuestras ansiedades más profundas a Él. El Altísimo nos ha enseñado que podemos descansar en que Él hará lo que considere mejor para nuestras vidas. 

Seguramente habrá muchas ocasiones en las que debamos atravesar momentos dolorosos y difíciles, en los cuales sentiremos que no hay salida posible.

La Palabra de nuestro Padre Dios nos exhorta a comprender que, incluso en medio de las pruebas más exigentes, Él mantendrá en perfecta paz a todo aquel que confíe en Su gracia eterna.

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“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.” Isaías 41:10

El camino hacia el logro de nuestras metas personales puede ser arduo y lleno de desafíos que nos desorientan y nos dejan perplejos, sin saber qué dirección tomar ni cuáles son las decisiones correctas que debemos tomar.

Este cúmulo emocional puede generar angustia y preocupación, lo cual puede llevarnos a desviarnos de nuestros objetivos porque sentimos que no podemos enfrentar esa carga, y rápidamente nos rendimos, dando por perdida la batalla.

Sin embargo, debemos comprender que nunca es demasiado tarde para renacer en Cristo, quien siempre ha estado a nuestro lado, sosteniéndonos a través de Su Palabra perfecta y dándonos el aliento necesario para vivir sin temor y con valentía.

El Señor nos anima a superar las dificultades de la mano con Él, para cumplir los propósitos que ha diseñado para nuestras vidas.

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“No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” Santiago 1:22

Para disipar la angustia que nos roba la paz espiritual, podemos comenzar por hacernos preguntas: ¿Qué cosas podemos identificar como causas de nuestra falta de armonía? ¿Qué estados o sensaciones nos producen los problemas que hemos identificado?

Pero también debemos reconocer que existen problemas cotidianos que, aunque agotadores, son de fácil solución. Intentemos resolver estos contratiempos con alegría y paciencia, ya que son parte de la vida misma. La paz no implica una existencia libre de complicaciones. Todos los días nos enfrentamos a diversas situaciones y muchas veces los resultados no son los que esperábamos.

Cuando la ansiedad se vuelve abrumadora y no nos permite llevar a cabo nuestras actividades con normalidad, es el momento de comprender que la fortaleza y la capacidad para soportar las aflicciones provienen de Él.


“Busqué al Señor, y él me respondió; él me libró de todos mis temores” Salmos 34:4

En nuestro camino hacia el logro de nuestras metas personales, es natural encontrarnos con obstáculos y desafíos que pueden generar angustia y desviarnos de nuestro propósito. Sin embargo, al comprender que tenemos a Dios a nuestro lado, podemos encontrar la fortaleza y la paz necesarias para superar las dificultades. La oración se convierte en una herramienta fundamental para mantener una conexión íntima con Dios, confiar en Su voluntad y recibir Su guía y consuelo.

A través de la oración, encontramos la paz interior y la capacidad para enfrentar los desafíos de la vida con valentía y esperanza.

Así que, en medio de las tribulaciones, recordemos siempre que podemos depositar nuestras cargas en las manos amorosas de nuestro Padre celestial y confiar en Su poder transformador en nuestras vidas.




Versículo diario:


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