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La individualidad a menudo nos parece el camino más rápido hacia el éxito, pero la verdadera fortaleza radica en caminar unidos hacia un futuro común. En este artículo, exploraremos cómo encontrar un camino iluminado para tu corazón a través de la comunidad y la fe.
"Pues yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."Jeremías 29:11
Hay una antigua sabiduría que dice: "Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres ir lejos, ve acompañado". Esta expresión refleja perfectamente el llamado de Dios a la comunión fraternal entre hermanos, a la compasión y la misericordia hacia el prójimo. Vivir en comunidad, compartiendo y sosteniéndonos mutuamente, es una bendición maravillosa que el Señor derrama sobre nosotros cada día. Este llamado nos invita a alcanzar nuestras metas en conjunto, logrando llegar más lejos y en mejores condiciones de lo que hubiéramos imaginado.
"Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia; reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas." Proverbios 3:5-6
Somos seres sociales. Desde los inicios de la humanidad, hemos construido nuestra historia en sociedad. Esta conducta puede comprenderse como un orden natural y, al mismo tiempo, como una gran enseñanza: nos necesitamos unos a otros. No obstante, en ocasiones resulta difícil vivir en comunidad. Ya sea en el ámbito laboral, de esparcimiento o incluso familiar, enfrentamos conflictos que generan resentimiento y desconfianza, ampliando sentimientos irreconciliables en nuestros corazones. Debemos mantener un espíritu sereno y comprender que es precisamente en nuestras frustraciones sociales donde el Señor obra en nosotros. ¿Por qué no pensar que Dios nos ha puesto en el lugar indicado para realizar la obra de transformación de nuestro carácter? Este cambio de enfoque es fundamental para caminar los caminos de Dios en paz y armonía.
"El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas." Salmo 23:1-3
Los seres humanos tenemos personalidades disímiles y frecuentemente debemos lidiar con otras personas y con nosotros mismos para encontrar puntos en común y coincidencias que nos lleven a buen puerto. Es necesario desarrollar un espíritu paciente y comprensivo. Esto no significa dejar de lado nuestras ideas y pretensiones, sino tener disposición para escuchar lo que el otro tiene para decir y no creernos dueños de la verdad. ¿Cuántas veces hemos creído que solo nuestra manera de actuar es la correcta y una voz inesperada nos ofrece otra perspectiva, otra opción beneficiosa para nuestros objetivos? Debemos comprender que la mirada del otro no compite con la nuestra, sino que viene a enriquecerla, a darle más contenido y fortaleza, incluso a mostrarnos que también podemos estar equivocados.
"Pero los que esperan a Dios tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán." Isaías 40:31
Alcanzar metas de manera grupal es una bendición fabulosa que nos otorga el Señor en su eterna gracia. Vivir en armonía con nuestros hermanos está en concordancia con lo que nuestro Padre Celestial desea para nuestras vidas. Al interactuar y trabajar juntos, desarrollamos nuestra sabiduría para contribuir de manera constructiva a los diversos proyectos que se nos presentan. Comprendemos el profundo sentido de escuchar y aprendemos a considerar las opiniones de los demás. De esta forma, las relaciones se fortalecen, forjando lazos sólidos entre compañeros que derivan en amistades que potencian nuestros sentimientos de comprensión, solidaridad y sinceridad.
Desde la fe, decidimos amar la vida sabiendo que el Señor está en control de todo. En un mundo que fomenta la cultura de lo inmediato y lo efímero, debemos esforzarnos por cumplir su perfecta palabra y no perder de vista ese maravilloso regalo que Dios nos entrega cada día llamado amor. Sigamos en el camino que nos transformará en las personas que el Altísimo nos ha llamado a ser.