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Construyendo una Vida Nueva y Positiva

Extendiendo la Paz a las personas que más lo necesitan. En el siguiente artículo exploraremos el modo de acercar paz y amor a los seres de luz que nos rodean.

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“Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces ,le contestó Jesús.” Mateo 18:21-22

Como seres humanos, poseemos una capacidad única y poderosa: la capacidad de crear condiciones equitativas para todas las personas.

¿Cómo podemos acercar la paz a aquellos que más la necesitan? Si logramos reflexionar sobre nuestra interacción con el prójimo y la importancia de la presencia de Dios en todo esto encontraremos espacios y oportunidades únicas en nuestra cotidianeidad para acercarnos al Espíritu Santo.

En nuestra ajetreada vida diaria, a menudo nos encontramos atrapados en una rutina que nos impulsa hacia adelante, como un rebaño desesperado que se precipita hacia su plato de comida diario. Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a contemplar lo que nos rodea?

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“Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” Pedro 1:5-7

El ritmo vertiginoso al que vivimos no es saludable y nos empuja constantemente hacia una carrera sin fin. Esta ceguera nos impide ver lo que sucede a nuestro alrededor, las cosas que realmente importan y merecen nuestra atención.

Sin embargo, en ocasiones nos topamos con personas que han experimentado la adversidad, que están viviendo las consecuencias de una vida que quizás no planearon ni imaginaron. En esos momentos, recordemos el ejemplo que Jesús nos dio en la Cruz, un ejemplo que debería inspirarnos cada día.

Mientras no pongamos nuestra atención en quienes más necesitan ayuda, no podremos cumplir con la misión que Dios nos ha encomendado. La pregunta que debemos hacernos es: "¿Cómo puedo ayudar?". A menudo, un simple gesto, como una mirada compasiva, una ayuda económica, una comida o una palabra de aliento, puede marcar la diferencia y hacernos sentir que estamos siguiendo la guía de nuestro Padre Celestial.

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“y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” - Lucas 3:22

En momentos de duda, recurrimos a la Palabra de Dios, porque solo Él comprende al ser humano como nadie más y siempre tiene una respuesta para todo. Al reflexionar sobre este tema, debemos reconocer que hemos perdido de vista el verdadero propósito de nuestra existencia.

Nuestros valores han sido distorsionados por diversos factores que nos llevan a preocuparnos más por nuestros propios objetivos que por el bienestar de nuestro prójimo. Estas actitudes no son dignas de los hijos de Dios y a menudo generan sentimientos negativos como la arrogancia y la avaricia.


“Así dice el Señor Todopoderoso: Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros. No opriman a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros ni a los pobres. No maquinen el mal en su corazón los unos contra los otros.” Zacarías 7:9-10

Es fundamental recordar cómo Dios nos ayudó cuando éramos como mendigos necesitados de Su amor y gracia. Dios extendió Su mano sanadora y abrió Su corazón para acogernos en momentos de necesidad. Por lo tanto, cuando enfrentemos situaciones difíciles, deberíamos preguntarnos: "¿Qué haría Dios en este caso?".

Esta pregunta nos guiará hacia el camino de la compasión, el amor y la ayuda mutua, construyendo así una vida nueva y positiva en línea con la voluntad divina.

Recuerda que Jesús se aproximó a la Tierra buscando abrir los corazones de los hijos e hijas del Padre Celestial. Nunca olvides que el Hijo de Dios estuvo entre los mortales guiando y dando enseñanzas eternas.




Versículo diario:


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