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Nos toparemos con personas que estarán atravesando momentos de incertidumbre. Que no tiñan tus valores ni pensamientos de negatividad. Aprende en el siguiente artículo a seguir adelante.
“Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por Fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor.” Efesios 3:16-17
Somos producto de Su creación. Como dignos hijos de Cristo, sabemos que Él es el único y absoluto creador del universo. No sólo creó el cielo y la tierra y todos los planetas, sino que también las criaturas que en el habitan, dotando al hombre -Su máxima creación- de inteligencia, ejerciendo así su dominio por sobre las bestias. Todo lo que vemos en Dios, y en todo está Su marca.
“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15:13
La Fe es la que nos mueve. Este concepto es, a veces, difícil de comprender para aquellos que aún no se han acercado a Cristo, pero aquellos que hemos recorrido Su camino por algún tiempo, no necesitamos ninguna prueba ni testigo de Su existencia: Él habita en nuestros corazones desde siempre, y eso para nosotros es motivo suficiente.
“Pero que pida con Fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.” Santiago 1:6
Su amor nos da fuerzas. El mensaje más importante que Dios nos ha legado es el de Su amor por nosotros, y es precisamente de allí de donde sacamos las fuerzas para vencer los obstáculos que en el futuro nos convertirán en mejores personas. El amor que Cristo nos tiene y el amor con el que transitamos Su camino, son las pruebas que nos revelan la existencia de Dios.
“En realidad, sin Fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan.” Hebreos 11:6
Su promesa de vida eterna como recompensa por nuestro sacrificio. Si bien es cierto que nuestro compromiso con Dios no se basa en recompensas, aún así Él nos hace generosamente el regalo de la vida eterna a modo de beneficio por serle fiel durante nuestra vida. Pero si la cuestión es realmente comprobar la existencia de Cristo, existen varios testimonios de personas que estuvieron clínicamente muertas y que aseguran haber visto Su santo rostro.