Accede a más contenido como este.
Rodeándote de aquellas personas que realmente nutran tu alma y tu corazón podrás conocer y explorar nuevos límites de tu experiencia de vida. Aprende a ampliar tu conocimiento con el siguiente artículo.
“Que nadie, al ser tentado, diga: Es Dios quien me tienta. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta Él a nadie.” Santiago 1:13
Vivimos en un mundo maravilloso que, lamentablemente, es muy injusto y desigual.
Una de las principales causas de esta preocupante situación se debe a la existencia de personas que no llegan a comprender lo que es tener suficiente.
Desde los medios masivos de comunicación vemos como se reproduce de manera compulsiva la falsa idea de que cuanto más acumulamos, cuanto más cosas materiales y superfluas tenemos, nos acercamos a la felicidad.
Esta sensación de que siempre nos falta algo para ser felices genera en nuestros corazones sentimientos de frustración, ansiedad y angustia.
Debemos estar atentos de no caer en esa clase de trampas y para eso nada más hermoso que comprender que nuestra Verdadera riqueza es ser hijos de Dios y caminar junto a Él hacia la Salvación.
“¡Tengan cuidado! —Advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes”. Lucas 12:15
A la gran mayoría de las personas nos gusta adquirir algún que otro bien material y nada de malo hay en esto. Los verdaderos problemas comienzan cuando nos obsesionamos a tal punto con la acumulación, a veces innecesaria, de cosas que no podemos estar en calma con nosotros mismos.
Cuando las posesiones materiales se “adueñan” de nuestras vidas, perdemos el eje de lo esencial y generamos en nuestro interior sentimientos de frustración, resentimiento y egoísmo.
Estas son conductas nocivas que alteran nuestro entorno social y, principalmente, nuestra relación con El Señor.
Corremos el riesgo de pensar que la adquisición de bienes materiales es nuestra mayor prioridad viéndonos tentados, a su vez, a pasar el resto de nuestros días solamente pensando en cómo cuidar dichos bienes y de qué manera multiplicarlos.
“Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Corintios 4:18
A muchos les sucede que al encontrar una supuesta “seguridad” en las riquezas, comienzan a depositar su Fe en el dinero, alejándose de la Fe en Dios.
Debemos comprender que el problema no es el dinero sino el amor desmedido al dinero. Lo material resulta efímero y, por lo tanto, descartable.
Siempre aparecerá algo que llamará más nuestra atención de lo que ya poseemos, algo más novedoso o moderno que nos quitará la Paz de Espíritu. Algo que se presentará como “indispensable” para nuestras existencias y que no nos dará descanso hasta conseguirlo.
¿Cuántas veces hemos corrido detrás de algún objeto material que, una vez adquirido, nos ha dejado una sensación de vacío e insatisfacción?
Es preciso interpretar el mundo de manera más Sabia, sustentados en La Palabra del Señor.
No sigamos modas ni tendencias. Busquemos lo Eterno y Real. Busquemos la Misericordia de Cristo con Humildad y Arrepentimiento. Él está allí esperando por nosotros.
“Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata”. Proverbios 16:16
El Señor le da mucha importancia a lo que pasa en tu corazón y lo que guardamos en el, pues es allí donde Él habita. Su Sagrada Palabra nos enseña, en reiteradas oportunidades, que hay más que suficiente para todos en este mundo y que siempre es más hermoso y sanador ofrecer y dar con desinterés que atesorar, guardar y acumular.
Tomemos un momento para pensar en todas las Bendiciones que El Altísimo ha derramado sobre nosotros. Pensemos en la trascendental transformación que experimentamos cuando tomamos la decisión de caminar junto a Cristo los caminos de Dios Padre. Allí reside nuestra verdadera riqueza. La que anida en nuestras Almas e ilumina nuestras existencias y la de los demás.
“Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían”. Hechos 4:32
Mantengamos activa y saludable nuestra predisposición a ayudar a los que más lo necesitan. Cuando compartimos los Dones recibidos con nuestros hermanos caídos en desgracia, estamos Glorificando a nuestro Padre Celestial y encontramos la plenitud en los propósitos que Él ha diseñado para nuestras vidas.
Seamos instrumentos sagrados respondiendo al llamado del Todopoderoso.