Buscar la felicidad de forma consciente implica centrarse en algunos pilares básicos. Aprende a ejercitar tu corazón con el siguiente artículo.

"Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida." Proverbios 4:23

Algunas personas experimentan dificultades al recibir amor. Es entonces que a pesar de que Dios les brinde amor y les demuestre entrega, todo cae en un agujero negro que no tiene fondo.

Es una situación frustrante que lleva a la desconexión de la Fe y al alejamiento del Espíritu Santo.

Saber recibir amor tiene que ver con nuestra autoestima. En la medida en que bajamos la guardia, nos permitimos ser más vulnerables, nos exponemos con nuestros sentimientos y pensamientos frente al Padre Celestial, vamos acumulando peldaños ascendentes a nuestro autoconcepto.

Cuando acumulamos estas experiencias positivas, sentimos que tenemos algo que devolver, desarrollamos sentimientos de amor para con el Señor, nos volvemos receptivos y sensibles frente a las emociones y a las bendiciones recibidas.

Cuando uno recibe, siente el deseo de dar. Tenemos un sentido fino respecto al equilibrio que existe entre la espiritualidad y nuestro ser interior, que nos indica hacia dónde se dirige la compensación adecuada. Es el desinterés, la indiferencia, lo que lleva a la rotura de los vínculos y de nuestra relación con Dios.

"Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? «Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras»." Jeremías 17:9-10

Entonces podemos decir que la felicidad no son momentos, sino procesos, es un movimiento que sube y baja y que no se define en un punto determinado en relación con el Espíritu Santo.

Lo mismo sucede en un viaje. ¿Sólo eres feliz cuando llegaste a destino? ¿O empiezas a disfrutar desde el mismo momento en que sueñas con aquel viaje, en que armas la maleta?

La felicidad de la Fe no son segundos, ni minutos dentro de una semana. No son sólo los viernes por la noche o los sábados, en que tienes más tiempo libre.

Es todo lo que realizas en nombre de Dios, las decisiones grandes o pequeñas que tomas en el sendero de Gloria del Padre Celestial. Es todo aquello que abre las puertas de tu corazón a la hora de recibir amor, respeto, compasión y guía en tu día a día.

"Pero el Señor le dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón." 1 Samuel 16:7

Si logramos encontrar sentido a nuestras acciones junto al Señor, nos ayudará a enfocarnos en él para siempre. Esto nos dará una visión a futuro, que es lo que necesitamos. Enfocarnos en Dios por qué sólo Él nos llenará de amor y luz, alimentando la felicidad que se relaciona con la gratitud.

Ser agradecidos por las cosas que nos ocurren, por los aprendizajes, por nuestra capacidad de asombro junto al Espíritu Santo. Hay que agradecer lo simple, lo cotidiano. Esas pequeñas cosas que elegimos hacer y decir en nombre del Señor.

La otra clave para ejercitar la felicidad es centrarnos en la mitad del vaso lleno. Con todo el realismo, con todas las ideas claras. Pero centrarnos más en lo que tenemos y menos en lo que nos falta. Claramente esto es una elección. 

"Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos." Juan 15:13

Nuestras palabras tienen el maravilloso poder de levantar a las personas o echarlas abajo. Pueden inspirar confianza, seguridad, o desconfianza y rechazo. Es por eso que tienes que aprender a usar a tu favor las palabras, escogiéndolas sabiamente.

Lo mismo sucede con la Palabra de Dios. A lo largo de tu vida, recordarás palabras y frases de la Biblia. Seguramente estas citas o pasajes te han ido moldeando tu percepción del mundo que te rodea. También moldea nuestra percepción acerca de lo que podemos o no convertirnos.

El Espíritu Santo da impulso a nuestros sueños La Palabra Sagrada en algún punto crean nuestro mundo, nuestro futuro y nuestro destino de Fe.