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Limpiar Nuestro Corazón

Limpiar nuestro corazón de sentimientos negativos es una muy buena idea, pero debe ser sincera y definitiva.

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"Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ―Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? ―No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.” Mateo 18:21-22

Muchas veces nos hartamos de esas pequeñas cosas que no nos agradan de nuestra vida o bien de nuestra personalidad y deseamos hacer un cambio rotundo. Es común en tales casos hacer una lista de las cosas que queremos erradicar definitivamente.

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“Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es Tu amor por todos los que te invocan.” Salmos 86:5

Primeramente deberemos hacernos cargo de nosotros mismos y eliminar cualquier rastro de sentimientos negativos que puedan llegar a perjudicarnos en un futuro. Buscar a conciencia en nuestro corazón si hay alguien al que hayamos ofendido es un buen comienzo. 

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“Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón.” Proverbios 28:13

Pedir perdón a aquellos que ofendimos es el paso lógico a seguir, pero consideremos que esto debe salir directamente de nuestro corazón para lograr el auténtico perdón que, de otra manera, solamente serían palabras sin valor alguno.


“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.” Marcos 11:25

Una vez que hayamos “limpiado” nuestras deudas con otros, es tiempo de concentrar nuestra atención en aquellos a los que, por un motivo u otro, aún no hemos perdonado. Tengamos en cuenta que muchas veces, miradas desde la distancia del tiempo, olvidamos el motivo inicial por el que nos han ofendido y sólo continuamos con el enojo por inercia.


“Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo.” 1 Juan 2:2

Entonces, teniendo todo esto en mente, nos será mucho más fácil perdonar finalmente ofensas que a la distancia nos parecerán infantiles ya que, debemos recordarlo, el tiempo lo sana todo. Pero en este punto debemos ser sumamente cuidadosos de no incurrir en nuevas ofensas nosotros mismos y también respetar los deseos del otro de continuar con su enojo: Es allí donde el tiempo también juega un papel importante.


“Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga.” Joel 2:13

Finalmente, ya sabemos que es nuestro deber como hijos de Dios hacer que los buenos sentimientos y las cosas positivas se multipliquen como es deseo de Cristo, entonces de esa manera deberemos instar a todos aquellos que hemos perdonado, a que hagan lo mismo que nosotros, para que así se comience a tejer aquella red de buenos sentimientos que nos llevará a completar el plan de amor mundial que nuestro Padre busca.




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